Hace cosa de seis años fui a una lectora de cartas. Acaba de salir de una relación muy dura que me había dejado muy tocado. Como siempre pasa con estas relaciones, al final no te duele la ausencia de la otra persona, sino el retorcimiento de ti mismo que ha causado estar con una persona te quiere moldear a su gusto y pretensiones.
Así que fui a esta lectora de cartas con la esperanza escondida de que me dijera que volvería a estar con esta chica y que íbamos a ser muy felices juntos. Pero no me dijo eso.
Lo que me dijo fueron descripciones bien gráficas y definitivas sobre mi pasado, mi trabajo, mi presente y mi futuro. Unas predicciones tan detalladas – hasta en los detalles más absurdos – que me dejaron sin capacidad de comprensión.
Seis años después, está a punto de cumplirse la última predicción que me hizo. Si se cumple, me sentiré profundamente liberado y no volveré nunca más a pedir que nadie me lea las cartas. En realidad, saber (o creer saber) tu futuro, te convierte en un esclavo.
Dejando eso de lado, aceptar que alguien puede ver el futuro, es como aceptar una especie de predeterminación o de destino escrito. Para que un vidente pueda asomarse al futuro y decirte lo que te va a pasar, el futuro tiene que estar dibujado en alguna parte.
Por eso yo me planteo: ¿no será que en realidad pertenecemos al pasado? ¿No será que en realidad esta historia está siendo contada y que por eso cuando alguien mira al futuro en realidad está viendo una parte adelantada del pasado que queda por venir?