Saturday, March 31, 2007

Vida de un commuter

Ya intuía yo que hacerse todos los días una hora y pico de trayecto al trabajo, y otra de vuelta, no sería muy interesante, pero lo que no preví, fue lo cansado que se acaba al final de la semana.

Como decía el Consultor, ese tiempo que pasas de camino hacia el trabajo, no es un tiempo de descanso y relajo, sino que estás en tensión para llegar bien y a tiempo.

Me despierto entre cuatro y media y seis y media de la mañana todos los días. Los días que amanezco a las seis y media me sienta como si fueran las once de un sábado por la mañana. Me preparo y emprendo el camino hacia el trabajo, al que llego como unas dos horas y media después de haberme levantado. Trabajo pocas horas: siete y media todos los días, más las horas extra que haga.

Y luego emprendo el camino hacia casa. Casi siempre llego a las siete y cuarto de la tarde, que es más pronto de lo que salía cuando estaba en Madrid, pero llego muchísimo más cansado que cuando trabajaba doce horas. Y luego a eso de las nueve y media de la noche, se me cierran los ojos como se le cierran a Byron cuando está al lado del radiador. Como trabajo tan pocas horas y una hora extra me supone llegar súper tarde a casa, en el trabajo sólo trabajo. Es decir, que ni escribo ni leo e-mails, ni blogs, ni nada que no sean los expedientes.

Llega el fin de semana y aprovecho para mandar algún e-mail, descansar todo lo que puedo, y estar con Inés, que es lo que más feliz me hace en este mundo por encima de cualquier plan y oferta.

Esta es la vida del commuter…