Wednesday, September 23, 2009

El lado malo de la experiencia es que le quita mucho mito a las cosas. Si cuando eres un niño todo se asombra, todo te encanta y todo te atrae, cuando eres mayor o te has adaptado a vivir tranquilamente o te aburres.

Enamorarse, viajar, conocer gente nueva, salir… Todo acaba perdiendo su lado místico. ¿Quién puede seguir pensando que existe una sola persona en el mundo después de haber tenido dos parejas?

Me fastidia tener que admitirlo, pero los adultos que me decían que "con el tiempo…" esto o lo otro, tenían razón. Y no hay que ser un filósofo para saber eso. Ni si quiera hay que plantearlo con calidad literaria. Las palabras sólo sirven para transmitir ideas, y la idea es la que es se exprese como se exprese.

Pero yo pensé que yo era diferente. Supongo que eso es la crisis de los treinta. O es MI crisis de los treinta. He llegado en muchos aspectos a ese "ser de mayor" y me he dado cuenta de que vivo lo mismo que me advirtieron. Y lo peor de todo es que no me afecta de la forma en que yo temía que me afectaría cuando pensaba qué pasaría si al final acababa viviendo de esa manera… Es peor, porque en lugar de causarme una crisis existencial, me causa una crisis de asepticismo (Word me dice que no existe esa palabra, pero la dejo de todas maneras). No es una coraza anti depresión, porque eso al menos intentaría repeler algo, es más bien una reacción de humor ácido (muy inglés, por cierto): eres como los demás.

No es que me sintiera especial en el sentido de mejor (o peor) que los demás. Es que me sentía ajeno. Un extranjero en el mundo. Y tenía la idea de que de la misma forma en que era tan foráneo en tantas cosas, también lo sería en la capacidad de sorprenderme y de entusiasmarme por el misterio. Pero no ha sido así.

Al contrario, me he llevado lo peor de dos mundos, porque me sigue sin interesar hacerme fotos con la cámara digital cuando salgo de copas y encima he perdido casi todo el romanticismo que llevaba conmigo.

Una vez fui al psicólogo. Como a muchas personas, para mí ir al psicólogo era una admisión de debilidad, de incapacidad. Y como soy un convencido de la auto-reparación, llegué a la psicóloga con la boina entre las manos y la mirada agachada.

También como a muchas personas, ir a ver a un psicólogo me transformó la visión que tenía sobre el tema y ahora, si no fuera tan caro, creo que iría todo el tiempo.

No se trata de que haya un problema concreto, no hay que estar deprimido o enfermo mentalmente para ir. En realidad, la vida está llena de situaciones que te hacen dudar y muchas veces esas dudas se apartan como incómodas, cuando en realidad habría que lidiar con ellas.

Una vez leí el libro ese de la filosofía-psicología ('Más Platón y menos Prozac'). Era un libro buenísimo, pero la receta no es válida para todo el mundo. No todo el mundo tiene problemas existenciales ni todo el mundo afronta las cosas de una forma tan metafísica. De hecho, lo que subyace a ese libro es: si vas al psicólogo es porque estás tremendamente distorsionado. Y en realidad la gente tendría que ir al psicólogo para hablar.

Otro argumento frecuentemente utilizado es: yo ya hablo con los amigos… Pero los amigos no tienen la distancia necesaria que tiene un psicólogo. No tienen voto de confidencialidad. No tienen el tiempo para estar escuchando siempre lo mismo sobre uno mismo. Por muy buen amigo que se tenga, el amigo va a ver las cosas con una perspectiva distorsionada por el afecto, el conocimiento y otras muchas circunstancias.

Un amigo me dijo que no fuera diciendo por ahí que había ido al psicólogo porque la gente se iba a hacer ideas sobre mí. Y yo pienso: ¿y a mí qué más me da?

Tuesday, September 08, 2009

Hace muchos años tuve una conversación con un señor mayor. Me acuerdo decirle (de una forma un poco cotorra repitiendo lo que había oído en la radio; el pasatiempo nacional) que la sociedad del futuro iba a tener que pensar en una forma de distribuir la riqueza teniendo en cuenta la falta de necesidad de que las personas trabajasen.

Este señor, que había trabajado toda su vida, se quedó bastante escandalizado por lo que estaba diciendo. Seguramente se pensó que estos jóvenes no quieren trabajar y quieren que les paguen por no hacer nada…

No era eso. De hecho, he tardado muchos años en entender lo que significaba ese mensaje. Para ello he tenido que vivir varias crisis económicas: terminar la de los ochenta allá por los noventa, la de Brasil, la de Asia, la de las Torres Gemelas, la de las .com y ahora el 'credit crunch'. Y he tenido que ser testigo de lo que tan preocupados tiene al Gobierno Británico: las generaciones perdidas.

Desde un punto de vista macroeconómico eso de la creación de nuevo empleo en nuevos sectores (como el tecnológico) suena muy bien. La estadística no engaña: X población empleada en Y nuevos trabajos igual a menos paro o más población activa. Pero eso pierde una parte del mensaje: A población empleada en B sector obsoleto, igual a paro de por vida.

Para los sindicatos, un poco lógicamente y otro poco parásitamente, la solución se les suele presentar como: sector cerrado, compensación vitalicia. De hecho, habrá muchos que hasta salgan contentos del "negocio": dejo de trabajar en algo que estaba acabando con mi salud y a cambio cobro un salario de por vida. Pero, nuevamente, eso es un remedio que parchea una necesidad mayor.

La necesidad mayor es la forma de distribuir la riqueza cuando la tendencia es hacia la reducción de mano de obra. Es verdad que cuando haya un nuevo proyecto tecnológico, habrá creación de empleo de una forma transitoria, pero ¿no es más bien una reducción en el número absoluto de trabajos necesarios?

Otra solución habitual ha sido combatir el desarrollo tecnológico para poder mantener los trabajos. Una respuesta rudimentaria, pero comprensible. Pero también va en la dirección contraria a la resolución de la necesidad mayor.

Hacia donde deben ir los esfuerzos, tal y como le comentaba a este señor, va hacia la creación de un sistema justo, sustitutivo del trabajo, por el cual se distribuya la riqueza que se genere.

El sistema habitual de esa distribución es el trabajo: alguien genera un beneficio del que participa por medio de su retribución. Pero qué ocurre cuando, en términos absolutos, existe un número de personas activas y un número mucho menor de trabajos disponibles.

El Gobierno de González (Felipe) dio una respuesta seguramente catastrófica para el mercado laboral: distribución del trabajo, temporalidad. Esto generaba tanta inestabilidad en el trabajador (consumidor) que la economía tardó mucho más en recuperarse que en resto de Europa.

Por eso, insisto, que no se trata de estirar las fórmulas antiguas, sino de buscar nuevas. Y seguramente el que la encuentre será el Premio Nobel de Economía de ese año…

Si repartes el trabajo disponible, y sigues haciendo depender la retribución de ese trabajo, entonces te cargas el fundamento de la economía de mercado, que es el consumo. Una persona sin estabilidad laboral no tiende a consumir o a invertir para generar empleo.

Por eso aventuro una idea que seguramente muchos economistas vean como una aberración. Teniendo en cuenta que las crisis económicas se van sucediendo con más frecuencia, y que seguramente denoten un agotamiento del modelo (no del modelo de libre mercado, sino de distribución y acceso a la riqueza), teniendo en cuenta que cada una de estas crisis obligan a buscar nuevos mercados ("desarrollando" nuevos países) y que está claro que ese desarrollo es incompatible con la supervivencia de vida no humana en el planeta, ¿no sería mejor garantizar un acceso mínimo a la riqueza a todo el mundo?

Acepto que suena solidariamente absurdo. Acepto incluso que así planteado, seguramente yo mismo lo encontraría de risa. Porque la primera pregunta que habría que resolver es: ¿quién generaría esa riqueza? Casi parecería que se está ofreciendo que los que trabajan para generar la riqueza estarían sosteniendo a los que no trabajan por el mero hecho de existir.

Soy consciente de eso. Pero es preciso tener en cuenta que eso mismo (que unos trabajan para sostener a otros que cobrar simplemente por existir) ya está sucediendo: pensiones no contributivas, compensaciones por enfermedad o invalidez o desempleo.

La diferencia de mi planteamiento con lo que sucede ahora mismo es que no se trata de que las personas se vean compensadas si tienen la desgracia – a veces la suerte – de estar en esos grupos que se establecen arbitrariamente por cada gobierno. No se trata de que se vea como 'gastos sociales' para unos y 'cargas sociales' para otros. Lo que se propone es que se parta de la base de que si todos los miembros de una sociedad tienen acceso a una cota de riqueza, entonces se está distribuyendo de una forma mucho más eficiente.

Otro argumento en contra de mi planteamiento sería: si una mayoría de personas que tienen acceso a la riqueza mínima por ser miembros de la sociedad deciden no participar (trabajar) en la producción de esa riqueza entonces se deja de generar la misma y se empieza a empobrecer la sociedad. Cierto. Sin embargo, hay países en los que los servicios sociales son mucho más amplios que en otros, y eso no motiva que la mayoría de la gente deje de trabajar. Existe esa circunstancia, pero no en la mayoría de la población. Por ejemplo, en Reino Unido una chica que se queda embarazada y está soltera tiene derecho a un piso y un salario. ¿Supone eso que todas las mujeres se quedan embarazas para vivir de ese beneficio social? No. En países, como Suecia, en donde se tiene acceso a una serie de prestaciones públicas por el hecho de ser ciudadano, no se desincentiva a la gente para trabajar. En Bélgica hay unas ayudas económicas a los estudiantes parados que podrían suponer que el estudiante nunca buscase trabajo. Y tampoco supone que los estudiantes no busquen trabajo.

En mi opinión el abuso es más propenso a existir cuando las posibilidades de acceder a algo son restringidas o arbitrarias. Si sólo tienes acceso a una compensación por desempleo durante un tiempo corto y cumpliendo una serie de condiciones, lo más probable es que se genere esa situación de forma artificial. Así, uno 'agotará el paro', o pedirá que le despidan para 'arreglar el paro', o pedirá una baja por enfermedad inexistente como una opción de cobrar la remuneración. Pero si todo el mundo tuviera acceso permanente y directo a la riqueza, no se daría tan frecuentemente esa situación de abuso.

Dicho lo anterior, ¿propongo que deje de existir el trabajo? No. Lo que entiendo es que el trabajo debe ser tomado como el pago de impuestos: lo que se hace para 'contribuir' a la riqueza de la sociedad.

Otro argumento en contra de mi planteamiento sería que lo que estoy sugiriendo ya está inventado y se llama comunismo, lo cual fracasó en su momento. No estoy de acuerdo (con lo primero, digo). Lo que propongo no es comunismo. Lo que estoy tratando es más bien un sistema social a la sueca, que es bastante igualitario. No es que el Estado tenga control de los medios de producción, sino que el Estado pueda poner a disposición de todos los ciudadanos una serie de servicios o productos suficiente como para garantizar una distribución de la riqueza mínima.

Como ni soy economista, ni tengo demasiada ida de nada, estoy seguro de que mi idea (en realidad no es mía, como decía al principio de la entrada) necesita mucho desarrollo. Y además, si me oyera Jiménez Losantos me diría que qué ha pasado conmigo…