Saturday, October 10, 2009

Hace tiempo que el único que escribe en Lost in London soy yo. Así que he decidido dejar de hacerlo yo también.

He creado un nuevo Blog: sinceramente, lo desconozco (http://sinceramentelodesconozco.blogspot.com/), para hablar de todas aquellas cosas de las que hablaba en Lost in London.

Creo que esta de hoy será la última entrada de este Blog.

Ha sido un placer.

Wednesday, September 23, 2009

El lado malo de la experiencia es que le quita mucho mito a las cosas. Si cuando eres un niño todo se asombra, todo te encanta y todo te atrae, cuando eres mayor o te has adaptado a vivir tranquilamente o te aburres.

Enamorarse, viajar, conocer gente nueva, salir… Todo acaba perdiendo su lado místico. ¿Quién puede seguir pensando que existe una sola persona en el mundo después de haber tenido dos parejas?

Me fastidia tener que admitirlo, pero los adultos que me decían que "con el tiempo…" esto o lo otro, tenían razón. Y no hay que ser un filósofo para saber eso. Ni si quiera hay que plantearlo con calidad literaria. Las palabras sólo sirven para transmitir ideas, y la idea es la que es se exprese como se exprese.

Pero yo pensé que yo era diferente. Supongo que eso es la crisis de los treinta. O es MI crisis de los treinta. He llegado en muchos aspectos a ese "ser de mayor" y me he dado cuenta de que vivo lo mismo que me advirtieron. Y lo peor de todo es que no me afecta de la forma en que yo temía que me afectaría cuando pensaba qué pasaría si al final acababa viviendo de esa manera… Es peor, porque en lugar de causarme una crisis existencial, me causa una crisis de asepticismo (Word me dice que no existe esa palabra, pero la dejo de todas maneras). No es una coraza anti depresión, porque eso al menos intentaría repeler algo, es más bien una reacción de humor ácido (muy inglés, por cierto): eres como los demás.

No es que me sintiera especial en el sentido de mejor (o peor) que los demás. Es que me sentía ajeno. Un extranjero en el mundo. Y tenía la idea de que de la misma forma en que era tan foráneo en tantas cosas, también lo sería en la capacidad de sorprenderme y de entusiasmarme por el misterio. Pero no ha sido así.

Al contrario, me he llevado lo peor de dos mundos, porque me sigue sin interesar hacerme fotos con la cámara digital cuando salgo de copas y encima he perdido casi todo el romanticismo que llevaba conmigo.

Una vez fui al psicólogo. Como a muchas personas, para mí ir al psicólogo era una admisión de debilidad, de incapacidad. Y como soy un convencido de la auto-reparación, llegué a la psicóloga con la boina entre las manos y la mirada agachada.

También como a muchas personas, ir a ver a un psicólogo me transformó la visión que tenía sobre el tema y ahora, si no fuera tan caro, creo que iría todo el tiempo.

No se trata de que haya un problema concreto, no hay que estar deprimido o enfermo mentalmente para ir. En realidad, la vida está llena de situaciones que te hacen dudar y muchas veces esas dudas se apartan como incómodas, cuando en realidad habría que lidiar con ellas.

Una vez leí el libro ese de la filosofía-psicología ('Más Platón y menos Prozac'). Era un libro buenísimo, pero la receta no es válida para todo el mundo. No todo el mundo tiene problemas existenciales ni todo el mundo afronta las cosas de una forma tan metafísica. De hecho, lo que subyace a ese libro es: si vas al psicólogo es porque estás tremendamente distorsionado. Y en realidad la gente tendría que ir al psicólogo para hablar.

Otro argumento frecuentemente utilizado es: yo ya hablo con los amigos… Pero los amigos no tienen la distancia necesaria que tiene un psicólogo. No tienen voto de confidencialidad. No tienen el tiempo para estar escuchando siempre lo mismo sobre uno mismo. Por muy buen amigo que se tenga, el amigo va a ver las cosas con una perspectiva distorsionada por el afecto, el conocimiento y otras muchas circunstancias.

Un amigo me dijo que no fuera diciendo por ahí que había ido al psicólogo porque la gente se iba a hacer ideas sobre mí. Y yo pienso: ¿y a mí qué más me da?

Tuesday, September 08, 2009

Hace muchos años tuve una conversación con un señor mayor. Me acuerdo decirle (de una forma un poco cotorra repitiendo lo que había oído en la radio; el pasatiempo nacional) que la sociedad del futuro iba a tener que pensar en una forma de distribuir la riqueza teniendo en cuenta la falta de necesidad de que las personas trabajasen.

Este señor, que había trabajado toda su vida, se quedó bastante escandalizado por lo que estaba diciendo. Seguramente se pensó que estos jóvenes no quieren trabajar y quieren que les paguen por no hacer nada…

No era eso. De hecho, he tardado muchos años en entender lo que significaba ese mensaje. Para ello he tenido que vivir varias crisis económicas: terminar la de los ochenta allá por los noventa, la de Brasil, la de Asia, la de las Torres Gemelas, la de las .com y ahora el 'credit crunch'. Y he tenido que ser testigo de lo que tan preocupados tiene al Gobierno Británico: las generaciones perdidas.

Desde un punto de vista macroeconómico eso de la creación de nuevo empleo en nuevos sectores (como el tecnológico) suena muy bien. La estadística no engaña: X población empleada en Y nuevos trabajos igual a menos paro o más población activa. Pero eso pierde una parte del mensaje: A población empleada en B sector obsoleto, igual a paro de por vida.

Para los sindicatos, un poco lógicamente y otro poco parásitamente, la solución se les suele presentar como: sector cerrado, compensación vitalicia. De hecho, habrá muchos que hasta salgan contentos del "negocio": dejo de trabajar en algo que estaba acabando con mi salud y a cambio cobro un salario de por vida. Pero, nuevamente, eso es un remedio que parchea una necesidad mayor.

La necesidad mayor es la forma de distribuir la riqueza cuando la tendencia es hacia la reducción de mano de obra. Es verdad que cuando haya un nuevo proyecto tecnológico, habrá creación de empleo de una forma transitoria, pero ¿no es más bien una reducción en el número absoluto de trabajos necesarios?

Otra solución habitual ha sido combatir el desarrollo tecnológico para poder mantener los trabajos. Una respuesta rudimentaria, pero comprensible. Pero también va en la dirección contraria a la resolución de la necesidad mayor.

Hacia donde deben ir los esfuerzos, tal y como le comentaba a este señor, va hacia la creación de un sistema justo, sustitutivo del trabajo, por el cual se distribuya la riqueza que se genere.

El sistema habitual de esa distribución es el trabajo: alguien genera un beneficio del que participa por medio de su retribución. Pero qué ocurre cuando, en términos absolutos, existe un número de personas activas y un número mucho menor de trabajos disponibles.

El Gobierno de González (Felipe) dio una respuesta seguramente catastrófica para el mercado laboral: distribución del trabajo, temporalidad. Esto generaba tanta inestabilidad en el trabajador (consumidor) que la economía tardó mucho más en recuperarse que en resto de Europa.

Por eso, insisto, que no se trata de estirar las fórmulas antiguas, sino de buscar nuevas. Y seguramente el que la encuentre será el Premio Nobel de Economía de ese año…

Si repartes el trabajo disponible, y sigues haciendo depender la retribución de ese trabajo, entonces te cargas el fundamento de la economía de mercado, que es el consumo. Una persona sin estabilidad laboral no tiende a consumir o a invertir para generar empleo.

Por eso aventuro una idea que seguramente muchos economistas vean como una aberración. Teniendo en cuenta que las crisis económicas se van sucediendo con más frecuencia, y que seguramente denoten un agotamiento del modelo (no del modelo de libre mercado, sino de distribución y acceso a la riqueza), teniendo en cuenta que cada una de estas crisis obligan a buscar nuevos mercados ("desarrollando" nuevos países) y que está claro que ese desarrollo es incompatible con la supervivencia de vida no humana en el planeta, ¿no sería mejor garantizar un acceso mínimo a la riqueza a todo el mundo?

Acepto que suena solidariamente absurdo. Acepto incluso que así planteado, seguramente yo mismo lo encontraría de risa. Porque la primera pregunta que habría que resolver es: ¿quién generaría esa riqueza? Casi parecería que se está ofreciendo que los que trabajan para generar la riqueza estarían sosteniendo a los que no trabajan por el mero hecho de existir.

Soy consciente de eso. Pero es preciso tener en cuenta que eso mismo (que unos trabajan para sostener a otros que cobrar simplemente por existir) ya está sucediendo: pensiones no contributivas, compensaciones por enfermedad o invalidez o desempleo.

La diferencia de mi planteamiento con lo que sucede ahora mismo es que no se trata de que las personas se vean compensadas si tienen la desgracia – a veces la suerte – de estar en esos grupos que se establecen arbitrariamente por cada gobierno. No se trata de que se vea como 'gastos sociales' para unos y 'cargas sociales' para otros. Lo que se propone es que se parta de la base de que si todos los miembros de una sociedad tienen acceso a una cota de riqueza, entonces se está distribuyendo de una forma mucho más eficiente.

Otro argumento en contra de mi planteamiento sería: si una mayoría de personas que tienen acceso a la riqueza mínima por ser miembros de la sociedad deciden no participar (trabajar) en la producción de esa riqueza entonces se deja de generar la misma y se empieza a empobrecer la sociedad. Cierto. Sin embargo, hay países en los que los servicios sociales son mucho más amplios que en otros, y eso no motiva que la mayoría de la gente deje de trabajar. Existe esa circunstancia, pero no en la mayoría de la población. Por ejemplo, en Reino Unido una chica que se queda embarazada y está soltera tiene derecho a un piso y un salario. ¿Supone eso que todas las mujeres se quedan embarazas para vivir de ese beneficio social? No. En países, como Suecia, en donde se tiene acceso a una serie de prestaciones públicas por el hecho de ser ciudadano, no se desincentiva a la gente para trabajar. En Bélgica hay unas ayudas económicas a los estudiantes parados que podrían suponer que el estudiante nunca buscase trabajo. Y tampoco supone que los estudiantes no busquen trabajo.

En mi opinión el abuso es más propenso a existir cuando las posibilidades de acceder a algo son restringidas o arbitrarias. Si sólo tienes acceso a una compensación por desempleo durante un tiempo corto y cumpliendo una serie de condiciones, lo más probable es que se genere esa situación de forma artificial. Así, uno 'agotará el paro', o pedirá que le despidan para 'arreglar el paro', o pedirá una baja por enfermedad inexistente como una opción de cobrar la remuneración. Pero si todo el mundo tuviera acceso permanente y directo a la riqueza, no se daría tan frecuentemente esa situación de abuso.

Dicho lo anterior, ¿propongo que deje de existir el trabajo? No. Lo que entiendo es que el trabajo debe ser tomado como el pago de impuestos: lo que se hace para 'contribuir' a la riqueza de la sociedad.

Otro argumento en contra de mi planteamiento sería que lo que estoy sugiriendo ya está inventado y se llama comunismo, lo cual fracasó en su momento. No estoy de acuerdo (con lo primero, digo). Lo que propongo no es comunismo. Lo que estoy tratando es más bien un sistema social a la sueca, que es bastante igualitario. No es que el Estado tenga control de los medios de producción, sino que el Estado pueda poner a disposición de todos los ciudadanos una serie de servicios o productos suficiente como para garantizar una distribución de la riqueza mínima.

Como ni soy economista, ni tengo demasiada ida de nada, estoy seguro de que mi idea (en realidad no es mía, como decía al principio de la entrada) necesita mucho desarrollo. Y además, si me oyera Jiménez Losantos me diría que qué ha pasado conmigo…

Sunday, August 09, 2009

Hace tres días que hice tres años en Londres... Si lo uno a los veranos que pasé en Irlanda y el casi un año que pasé en Irlanda, he estado trabajando fuera de España mucho más tiempo del que he pasado allí.

No sólo eso, sino que alejarte de tu entorno por tanto tiempo te acaba convirtiendo en un extranjero.

Tengo la impresión de que estoy evolucionando hacia ese modelo "Valero" que llama Inés, por la cual te acabas convirtiendo en "mundo de yo" fuera del cual se mueve todo lo demás. Supongo que eso estaba en los genes, porque siempre he tenido la sensación de tener que lidiar con la soledad o, más bien, tener que lidiar conmigo mismo ya que íbamos a pasar mucho tiempo juntos…

Me sorprendo a mí mismo pensando que después de tanto tiempo fuera, no sólo no quiera volver más, sino menos. Y por eso también me siento un poco apátrida, en el sentido de persona sin lugar de procedencia.

Al contrario de lo que supuestamente le sucede a los adultos, yo no dejo de cambiar y evolucionar. Estoy constantemente cuestionando lo que pienso, lo que he creído, lo que acabo de decir. Y no me asusta llevarme la contraria, invalidar lo que antes decía.

Y es imposible seguir mi ritmo. Estar al día de lo que pienso.

Dice Meif que siempre he sido un teórico. Precisamente esa disposición teórica es la que me lleva a no poder aceptar de forma definitiva ninguna posición. Cuando alguien me hace daño, esa persona o sus motivos se vuelven un segundo plano en el análisis que llevo a cabo. No tienen ninguna importancia. Lo fundamental es por qué me ha dolido ese acto, por qué actúan así las personas.

Lo que me da más vértigo es que tres años es el principio del cambio.

Saturday, August 08, 2009

De una forma inexplicable, siempre he generado envidia en ciertas personas. Como me molesta tanto que alguien se meta en mi vida, y envidiarme es una forma de fiscalizarme, he analizado mucho el perfil de aquel que me tenía celos para poder anular su influencia negativa.

Es verdad que hay personas que buscan tanto la admiración de los demás que se sentirían secretamente encantados de que alguien les tuviese ese amor-odio que es la envidia. Yo no. A mí me gusta pasar desapercibido. Parece contradictorio decir que no quiero llamar la atención por un lado y hacer todo tipo de actividades que generan publicidad, pero es verdad. No quiero ser el más popular del insti. Yo sólo quiero presentar mi libro y que me dejen marcharme a casa.

Es como cuando Padraig Harrison, un golfista irlandés, dijo que él no podía ser tomado como una autoridad más que en temas de golf. Que él tenía opiniones sobre política, pero eso no significaba que fueran opiniones más ilustradas que las de cualquier otro ya que él era un experto en golf, no en política.

Yo sólo pretendo hacer mis cosas sin que nadie se sienta con el derecho, o el conocimiento, de intervenir en mi vida. Y la envidia es una forma insana de hacerlo.

Por ello, después de un tiempo intentando encontrar el factor común a todos aquellos que han sentido envidia de mi en un momento dado, he llegado a la conclusión de que es gente que, en primer lugar, se cree con más derecho que yo a tener lo que creen que yo tengo. Muchas veces se hubiera podido aceptar mi presencia en determinado sector, siempre y cuando el envidioso estuviera por encima. Pero que yo, según su perspectiva, haya llegado antes o esté por encima, eso es algo que no lo puede soportar. Así que comienza una labor de desprestigio tan antigua como "la zorra y las uvas" en la que lo que yo he hecho en realidad no vale para nada.

Otro factor común del envidioso es estar inseguro de sus propios logros. Y como se tiene miedo de que, comparada con los de los demás, la situación de uno mismo quede minusvalorada, pues entonces tiene la necesidad de huir de la exposición o, en caso de ser inevitable, de poner el esfuerzo en que los logros del otro no sean válidos. He visto muchas reacciones. Desde el que ha dejado de estar en mi vida de la noche a la mañana en el momento en que me empezaron a ir bien las cosas, hasta el que intenta argumentar que todo lo que hago no cuenta porque no recibo salario por ello. En el fondo subyace una aversión a la comparación entre la vida del envidioso y la mía que ni busco, ni entiendo, ni comparto. Primero, a mí me da igual lo que hagan los demás. Si alguien tiene la ambición vital de coserse el ano, y lo consigue, yo no voy a pensar que como a mí no me gustaría coserme el ano, entonces el que lo hace debería abstenerse de ello. Cada uno tiene sus herramientas y sus aspiraciones. Si uno quiere ser ganadero, pero se fuerza a hacerse abogado y eso le trae problemas de conciencia, no entiendo por qué me tiene que implicar en sus debates internos. En la vida cada uno toma sus elecciones. Es natural medirse en comparación con los demás, pero de ahí a tener envidia a los demás es neurótico.

Por último, el envidioso es una persona infeliz consigo misma. Tengo buenas amigas que están tan satisfechas con sus vidas que es imposible que envidien a nadie. Y eso lo demuestran alegrándose con las cosas de los demás; aunque sea que por fin han podido coserse el ano. Todo lo que se plantean es: "si eso es lo que quieres y lo que te hace feliz…". Admiro a esas personas que teniendo una vida radicalmente distinta de la mía son capaces de alegrarse sin más por la mía. El envidioso no aguanta que los demás empiecen a hacer cosas varias porque eso le altera la zona de seguridad y comodidad. Si alguien se va a hacer rafting, el envidioso teme que, aunque no le gusta el agua salvaje, aunque no le interese el deporte, aunque lo que le guste sea quedarse viendo la tele, eso le vaya a generar ansiedad (envidia) de pensar que a lo mejor debería irse a hacer rafting. Así que tiene que poner en marcha el mecanismo de desprecio ("el rafting es una pérdida de tiempo, yo estoy mucho mejor trabajando") o de marginación ("los que hacen rafting son unos vagos" o "si haces rafting estás malgastando tu dinero") o de ignorancia (no querer ni oír las historias del que se fue a hacer rafting). Cualquier cosas con tal de que no suba la inseguridad, el cuestionamiento, la duda…

Así que el envidioso suele buscar ser el líder (o el "mejor") de su entorno, y salir de él lo menos posible. Si consigue encontrar un entorno más o menos estable en el que su posición no se somete a riesgos de comparación o de competición, el envidioso está estable. Controla su úlcera. Pero, cuando alguna oveja se sale del grupo e intentar llevar una vida aparte, entonces el envidioso manda no al perro pastor, sino al lobo.

Thursday, August 06, 2009

Está habiendo cierto debate en Inglaterra sobre el derecho al suicidio. Puedo estar siendo reduccionista, pero es que a veces las cosas hay que reducirlas al principio básico: el derecho a vivir no sería pleno si no existe el derecho a acabar con la propia vida. No se puede llamar a algo un derecho si hay que ejercerlo de forma obligatoria. Es como cuando en ciertas democracias se obliga a votar.

Es contradictorio, es incoherente y además es anti-liberal. Si una persona con capacidad de decidir manifiesta su voluntad de morir, ¿por qué tiene que venir Papá-Estado a decirle "mire usted, hay que vivir esperar a que la naturaleza diga cuándo tiene que morir".

César Vidal tiene el argumento estrella es que la primera ley de la eutanasia fue promulgada por los nazis. Utiliza ese argumento tal y como los progres utilizan la etiqueta "facha". Es una etiqueta intimidatoria.

Si tuviéramos que descalificar las buenas ideas sólo por el carácter de quien las propuso, seguramente no tendríamos democracia.

La razón principal por la que debería permitirse disponer de la propia vida es que no se está obligando a nadie a ejercer ese derecho. Si alguien quiere hacerlo, se puede proceder de forma segura. Y si alguien no quiere hacerlo, pues que no lo haga.

Todo el desarrollo argumentativo es secundario.

Que los médicos tienen objeción de conciencia: bueno, pues el que no quiera asistir al suicidio que no lo haga. Habrá médicos que no tengan esa objeción.

Que el Estado tiene que pagarlo en la sanidad pública: lógico, es que si no es un derecho para los que pueden pagárselo. Si no quieren crear unidades de suicidio en los hospitales, pues que creen centros específicos.

Que puede ejercerse influencia abusiva por parte de personas interesadas: ¿de verdad se puede creer alguien que por permitir a alguien suicidarse legalmente se va incrementar la influencia de las personas interesadas? Si acaso será lo contrario.

Que la voluntad tiene que ser inequívoca: cierto, para ello se pueden crear formas de expresión de la voluntad. Como el que dice, "si estoy en coma, no me despierten", o, "si para sobrevivir tengo que depender de una máquina, no me conecten".

Las personas tienen tanta avidez de libertad personal que con el tiempo la moral quedará reducida a lo básico. Y acepto que eso es muy peligroso, porque una sociedad sin moral necesita mucha ley. Pero esa razón no es suficiente, ni de lejos, para limitar las libertades individuales.

Sunday, June 14, 2009

Estaba pensando ayer en lo terrible que debe ser vivir bajo la autoridad despótica de alguien en una familia. La sensación de estar sujeto al arbitrio de alguien que ejercer su autoridad con absoluta tiranía y no saber cuándo terminará.

La casa de uno tiene que ser ese lugar en donde se encuentra protección, no en donde se sufre abuso. E incluyo en esa categoría de víctima doméstica a cualquier animal, por supuesto. Los animales, además, tienen la circunstancia de que pase el tiempo que pase, nunca podrán defenderse del ataque; siempre son la parte que sale perdiendo.

Hay una teoría bastante progre que defiende que los hijos donde están mejor es con sus padres; eso aunque los padres sean unos incompetentes (en el mejor de los casos) o unos salvajes (en el peor). Si los padres dan muestras de que se puede "trabajar con ellos", entonces dejan al hijo con los padres.

Con los animales, aún más. Como se les considera una propiedad, es prácticamente imposible quitarle a una persona su animal.

Y así, los que tienen el deber de proteger a los que no pueden defenderse, se convierten en propiciatorios del abuso.

Friday, June 12, 2009

Acabo de leer la introducción de un trabajo de Inés para su Universidad que viene a ser un hostiazo a los principios de la escuela. Algo así como si en quinto de Derecho haces un trabajo que se titula, "la ley no sirve para nada".

Ser libre pensador es una actitud excepcionalísima y además muy difícil de llevar a cabo. Es como cuando en la segunda parte de Matrix, el ordenador supremo dice que los rebeldes son parte del sistema: se utilizan para mejorarlo, encontrando sus flaquezas y empezando de nuevo.

La batalla de la vida dibuja las tendencias en blanco y negro, pero hay muchos colores intermedios que se niegan a ser agrupados bajo el mismo cromatismo. De hecho, la cosa se complica aún más, porque luego están los que imitan y los que siempre quieren ser distintos. En el fondo, ¿quién es realmente libre?

Una de las cosas de que las que se me ha acusado es de haber cambiado por influencia de Inés. Yo me "defendía" de eso, pero Sara, mi cuñada, dio una respuesta simple y contundente: en una pareja hay una influencia mutua. ¡Y qué verdad es! Si no, sería una descarga de uno en el otro; si no hubiera influencia recíproca, seríamos dos personas impermeables, que se niegan a cambiar, a entender las posturas del otro. No habríamos podido durar tres años de casados juntos en el extranjero.

Seguramente he cambiado bajo la influencia de Inés mucho más de lo que lo hice bajo la influencia de otros. Y, ahora que nadie nos oye, no sé hasta qué punto esa influencia fue buena.

Desde muy pequeño, aprendí a defender mis ideas argumentando hasta la saciedad. Desarrollando unas reglas aprendidas con ensayo error, unas reglas que mis contrincantes no respetaban, pero a las que yo me atuve hasta convertirme en el abogado que soy hoy en día. He discutido mucho con mucha gente. ¿He aprendido de ellos? No mucho. ¿Me he superado a mí mismo en el proceso? Constantemente, por una sed de "sangre dialéctica".

Sin embargo con Inés no tuve que discutir para aprender. No me tuve que justificar. No tuve que poner la pica en ristre para poder ganar espacio y elaborar. Con Inés, lo hablé, escuché, y luego reflexioné.

Y sin duda alguna he cambiado mi forma de pensar. Si tres años fuera de mi país no me hacen cambiar, debería estar preocupado. Pero eso no me hace estar más sujeto a la influencia espuria de los elementos que me rodean, sino más sabio.

Wednesday, June 10, 2009

Hace cosa de seis años fui a una lectora de cartas. Acaba de salir de una relación muy dura que me había dejado muy tocado. Como siempre pasa con estas relaciones, al final no te duele la ausencia de la otra persona, sino el retorcimiento de ti mismo que ha causado estar con una persona te quiere moldear a su gusto y pretensiones.

Así que fui a esta lectora de cartas con la esperanza escondida de que me dijera que volvería a estar con esta chica y que íbamos a ser muy felices juntos. Pero no me dijo eso.

Lo que me dijo fueron descripciones bien gráficas y definitivas sobre mi pasado, mi trabajo, mi presente y mi futuro. Unas predicciones tan detalladas – hasta en los detalles más absurdos – que me dejaron sin capacidad de comprensión.

Seis años después, está a punto de cumplirse la última predicción que me hizo. Si se cumple, me sentiré profundamente liberado y no volveré nunca más a pedir que nadie me lea las cartas. En realidad, saber (o creer saber) tu futuro, te convierte en un esclavo.

Dejando eso de lado, aceptar que alguien puede ver el futuro, es como aceptar una especie de predeterminación o de destino escrito. Para que un vidente pueda asomarse al futuro y decirte lo que te va a pasar, el futuro tiene que estar dibujado en alguna parte.

Por eso yo me planteo: ¿no será que en realidad pertenecemos al pasado? ¿No será que en realidad esta historia está siendo contada y que por eso cuando alguien mira al futuro en realidad está viendo una parte adelantada del pasado que queda por venir?

Saturday, May 30, 2009

El problema que tiene un liberalismo completamente anti-intervencionista es que obvia el hecho de que, al final, la sociedad sufre las consecuencias de determinados desmanes.

La dialéctica neo-liberal suele ser la de que el mercado se auto-regula y que el intervencionismo sólo desvirtúa los cursos naturales del mercado que atienden necesidades según van surgiendo. En esa misma línea, se dice en ocasiones:

  • que el sistema sanitario público y de las pensiones es un fracaso y hay que eliminarlo
  • que el Estado es un mal gestor y que da mal servicio y muy caro
  • que las personas individuales saben mejor que nadie lo que les conviene
  • que el dinero de uno está mejor en su bolsillo que en las arcas del Estado.

Estas propuestas que he oído toda mi vida por parte de ciertos intelectuales liberales, parten de una falsedad de principio y es que las personas tienen una opinión educada sobre todo lo que les atiene. Es decir, que todos los individuos, según esa teoría, saben muy bien cómo elegir trabajo, seguro sanitario, pensión de jubilación, forma de empresa y demás. Pero eso está lejos de ser cierto. Si un organismo como la Comisión del Mercado de Valores puede ser engañado, ¿cómo no lo va a ser una persona que no sabe ni la diferencia entre una SL y una SA?

Las personas en general carecen de información sobre lo que les afecta. Es lógico. Bastante tiene cada uno con saber lo que le ocupa (trabajo, familia y demás), como para tener que formarse en profundidad sobre si AIG tiene un balance de resultados o si está provisionando el fondo de contingencias de seguros.

Muchos de estos mismos liberales atacan precisamente la ignorancia del usuario por su falta de interés. Es un planteamiento injusto. Es mercado (en sentido amplio) es un mundo deliberadamente complejo. Si se producen crisis es precisamente porque NADIE tiene toda la información.

A partir de esa falsedad inicial, se construyen la idea de que el mercado viene a atender esas carencias generadas. Lo cual es otra falsedad. Hay servicios que no son rentables. La sanidad sólo es rentable tanto en cuanto el usuario pueda financiarla. Si el usuario es incapaz de trabajar y por lo tanto de pagar ese servicio, no habría iniciativa privada alguna que supliese esa demanda. Cualquier servicio de protección ciudadana (bomberos, policía, protección civil) no es rentable. Al mismo tiempo, negar el hecho de que las personas son vulnerables y que pueden perder el trabajo y como consecuencia dejar de producir y por lo tanto incapaces de financiar esos servicios es no querer ver la realidad.

Otra verdad que deja de lado es que las consecuencias de la irresponsabilidad en la iniciativa privada las asume la sociedad en su conjunto. El trabajador que pierde su empleo, las empresas proveedoras, los acreedores de esa empresa, el Estado que deja de recaudar impuestos…; la cadena es casi infinita. La iniciativa privada sin supervisión es tan peligrosa como el Estado. Porque el empresario no se sustrae a la condición de individuo con una información limitada. Si yo ahora lanzo una empresa de componentes químicos, de lo que no tengo ni idea, y empiezo a generar negocio (empleados, suplidos, ventas…) y como consecuencia de mi ignorancia me veo obligado a cerrar la empresa, la responsabilidad de lo sucedido es mía, pero las consecuencias son para los terceros. Y esos terceros se han visto envueltos en mi iniciativa porque no tienen la información suficiente para saber si mi empresa tiene visos de ser sostenible o no.

Por último, no es cierto que el Estado es un mal gestor. El ente público puede ser un sector muy eficiente si se le elimina de trámites innecesarios y tiene sistemas de gestión empresarial adecuado.

Con esto, no quiero decir que el liberalismo no sea adecuado; al contrario. Soy un profundo defensor del liberalismo y de la libertad en la iniciativa privada por añadidura. Lo que creo que es que hay que introducir dos elementos: uno ético y otro legal.

El primero es la responsabilidad social de la empresa; no sólo de la iniciativa privada, sino en la pública también. La empresa tiene que ser consciente de que está dando un servicio a la sociedad. Y que como se beneficia de ella también tiene que ofrecer calidad. No sólo en el producto ofertado, sino también los medios empleados.

El seguro es el control de gestión. La Administración tiene que tener unos mecanismos de control de gestión de las empresas para evitar desmanes y actuaciones irresponsables. No se tratar solo de que una empresa publique las cuentas anuales, sino de que haya una verdadera supervisión de la gestión que se realiza.

Wednesday, April 29, 2009

No consigo entender la falta de consideración a la vida de los animales que hay en muchos lugares en España. He leído casos de ayuntamientos que incluyen en los presupuestos anuales el pago de la multa que les va a caer por organizar actividades de crueldad con animales. Por ejemplo un pueblo en el que sueltan unas ocas o unos patos y la gente los acaba despedazando vivos. Recuerdo el caso de un pueblo en el que ataban a una oca del cuello y la colgaban alto y la gente tenía que saltar y romperle el cuello. Me contaron una vez de un toro al que tuvieron que matar de un tiro porque unos enajenados le estaban arrancando las orejas, el rabo… Un vez oí que en un pueblo en el que se había prohibido tirar del campanario a una cabra, como todos los años, decidieron tirar una vaquilla en señal de protesta. Y eso sin contar con los perros ahorcados.

se tipo de 'tradiciones' cuentan en el mejor de los casos con aquiescencia, y en el peor con participación activa. Y eso es algo que no distingue entre clases sociales, educación o formación ni tendencias políticas. Los toros, la caza, el tiro pichón, el circo, el zoo… Todas las prácticas legales de maltrato animal cuenta con partidarios o con aquellos que lo aceptan porque… 'es una tradición'.

no de los argumentos que oí una vez en favor de la 'matanza' de cerdos, era matado de la forma 'tradicional', el cerdo sabía mejor. Me cuenta una amiga que existe una creencia parecida en Corea. Al parecer, allí la carne de perro es un lujo, y piensan que si el perro está asustado, aterrorizado, entonces su carne es mejor.

Para compensar la culpa, se suele decir que el animal ha tenido una vida de lujo a cambio de morir de esa manera. Como si el animal hubiera tenido una opción; como si el animal tuviera que poner en la balanza una muerte cruel a cambio de haber sido tratado adecuadamente.

El cerdo de matanza no sabe mejor la forma de morir; saber mejor porque ha sido alimentado de forma diferente a los que han sido criados en ganadería intensiva. Y, en cualquier caso, tenga el sabor que tenga el pobre diablo, matar a un animal de esa manera es una crueldad sin paliativos.

Tuesday, April 28, 2009

No sé si la prensa española está hablando tanto como la prensa inglesa sobre de lo de las torturas a los detenidos por la CIA. Básicamente, Obama ha desclasificado las órdenes y autorizaciones para emplear métodos disuasorios (tortura) en los detenidos y presos sospechosos de terrorismo por parte de la CIA.

Dejando de lado las cuestiones morales – que son las que últimamente decidirían que NO se deben emplear tales métodos – el razonamiento que, sin salir de la perspectiva de estos individuos que lo autorizaron, debería haberles hecho rechazar la consideración es que la tortura da como resultado que el torturado diga lo que el torturador quiere oír.

La prueba de eso estaba, según recogían los informes que curiosamente sostenían que debía continuarse, en que había presos que reconocían haber matado a gente que se sabía no habían matado ellos. Me imagino que si en ese momento a uno de los presos le pregunta si ordenó el asesinato de Kennedy, también diría que sí.

Hay libros de investigación de las prácticas de la Inquisición Española que precisamente hablan de que las personas que se sometían a tortura admitían la culpabilidad a todo lo que se les propusiera.

Otro argumento estadístico y aséptico es las consecuencias que genera la tortura en la población. Vamos a suponer que un preso torturado confiesa estar envuelto en una conspiración para poner una bomba en determinado sitio. Vamos a suponer que sus compañeros son tan poco inteligentes que continúan con el plan pese a que uno de los suyos ha sido detenido. O vamos a suponer que el campo donde están asentados sigue exactamente en el mismo sitio donde estaba. Los tipos confían en la capacidad de resistencia de su compañero y no cambian absolutamente nada. Siguiendo con las suposiciones – ya llevabas a lo absurdo, pero siempre continuando dentro de la premisa de estos individuos torturadores – vamos a pensar que se monta una operación de ataque a los conspiradores y se les elimina a todos. 

¿De verdad se creen los que autorizan las torturas que el enemigo se va a quedar quieto sin responder? ¿De verdad creen que estos enemigos no van a aprovecharse de los métodos empleados por los torturadores y van a hacer propaganda entre todos aquellos que discrepaban con ellos?

La respuesta a este tipo de preguntas suele ser del tipo "usted no sabe de lo que está hablando" o "usted está justificando el terrorismo". A lo que yo les respondo: no, señores, yo sólo defiendo el Estado de Derecho.

Y de la misma manera que defiendo ese Estado de Derecho en mi país, lo defiendo en un orden internacional. Y de la misma manera que no quiere que se torture a los terroristas nacionales, tampoco quiero que se haga con los internacionales.

Y sé que si en el momento en que alguien emplea métodos ilegales para luchar contra otro, los argumentos a favor del primero dejan de existir.

No sólo eso. La práctica de la tortura genera una de-moralización en las fuerzas del Estado que lo aplican. Los límites se hacen difusos. Si supuestamente es efectiva la tortura con los terroristas internacionales, ¿por qué no aplicarlo con los asesinos nacionales? Y entonces, ¿por qué no con los secuestradores para liberar al secuestrado?

Al final las fuerzas que aplican esa tortura saben que hay determinados momentos en los que se puede salir de la ley para obtener unos objetivos supuestamente superiores a los medios.

Si ese tipo de argumentos no convencen a quienes tienen que tomar las decisiones, entonces hay que salirse de su perversa perspectiva y acudir a los argumentos morales.

Así las cosas, se pueden obtener una serie de paralelismos sobre las prácticas de las personas con los animales. Los animales también son sujetos de derechos reconocidos (Declaración de los Derechos de los Animales aprobada por la UNESCO), y sin embargo sus derecho son transgredidos constantemente por un "bien mayor".

Esos "bienes mayores" pueden ser la investigación de cura de enfermedades (previamente generada en el animal sano), la alimentación (ganadería intensiva, matanza de animales), o el ocio (toros, tiro pichón, encierros). En definitiva y en resumen, los derechos de los animales son tales tanto en cuanto no entren en colisión con lo que un humano puede necesitar de ellos.

Si un humano tiene la necesidad de hacerse una foto con un chimpancé en la playa, entonces el derecho de ese mono deja de existir. Si un humano tiene la necesidad de pasar una tarde de mayo divertida, entonces el derecho del toro deja de existir. Si un humano quiere encontrar una cura al cáncer, entonces los derechos de una serie de animales dejan de existir.

Nuevamente, nos encontramos una situación en la que el fin (el bienestar del hombre) siempre, siempre, justifica los medios.

El hombre sometido a tortura siempre podrá, si sobrevive a ello, salir y denunciar los hechos. El animal, no importa cuantos años pasen, nunca podrá denunciar el trato al que se ha sometido. De hecho, aunque lo hiciera, siempre se le diría lo que dice Dick Cheney (ex Vice-Presidente de Estados Unidos) al defender la tortura: si usted supiera cuántos males se han evitado por la tortura, se pensaría dos veces sus palabras.

A ello, yo nuevamente le respondo: de la misma manera que con la tortura no ha acabado con el terrorismo, y además ha infringido el Estado de Derecho, después de tanto abuso y crueldad con los animales no ha conseguido erradicar las enfermedades que supuestamente intenta curar.

 La tortura, en cualquier ser vivo, para cualquier fin, es moralmente indefendible y además no obtiene los beneficios pretendidos.

Saturday, April 11, 2009

Me gustaría vivir en un mundo en el que la libertad de expresión fuera una realidad. Donde lo que uno manifiesta no tuviera consecuencias más allá del acuerdo o la discrepancia. Donde se garantizase que el desacuerdo no conllevará la represalia.

Me gustaría que la sociedad tuviera menos miedo al cambio. Donde las ideas se reflexionasen. Donde la base de las estructuras sociales no se dejaran contagiar por el frentismo de sus líderes y representantes. Que las personas tuvieran el valor de ser distintas; incluso de ser iguales.

Me gustaría que pudiéramos estar de acuerdo en estar desacuerdo. Y desterrar la posibilidad de marginar a todo el que tiene una opinión contraria. Que se aprendiera a debatir, que se enseñase a argumentar sin recurrir al insulto y al 'y tú más'.

Me gustaría que los demagogos no pudieran sentir que engañan, que los tiranos supieran que se van a descubrir sus intenciones y que el público tuviese capacidad de indignación.

No aspiro a vivir en un mundo justo; sólo a que no se deje de aspirar a ello.

Es verdad que vivir en el extranjero te hace un poco apátrida.

Es inevitable comparar, ser influido por las cosas del lugar y acabar por no ser, del todo, de ninguna parte. Daniella, una amiga venezolana que vive en Madrid, dice que cuando habla con sus amigos en Venezuela, le dicen que es 'la española'. Y en cambio en Madrid siempre es 'la venezolana'. Lo mismo le pasa a una amiga colombiana.

En Londres, que es un poco ciudad del mundo, ser extranjero es la norma. Y lo que han hecho los ingleses ha sido allanar todos los valores que podrían causar fricción con cualquiera de las nacionalidades inmigrantes. Al final, yo creo, en Inglaterra hay una crisis de identidad causada por estar tan empeñados en lo políticamente correcto.

Londres es una 'ciudad trampolín'. Todos los que vienen tienen un cometido. Usan la ciudad para proyectarse a ese lugar o posición en el que quieren estar y se van. Por eso es tan difícil establecer relaciones personales con la gente. Nadie quiere perder el tiempo o apartarse de su objetivo.

Volviendo a Madrid, me doy cuenta de que ya no formo para de la vida de los que dejé atrás. Si caigo justo en el hueco dejado entre tarea y tarea, o entre cita y cita, tendré una oportunidad. Si no, hasta la próxima, sea cuando sea.

Muchas veces decimos los que vivimos aquí que Londres es una ciudad que no se para por nadie. Que está compuesta por millones de individuos que no están conectados entre sí, sino para sumar población.

Pero vuelvo a Madrid y me doy cuenta de que es lo mismo. Salvo contadas excepciones, la mayor parte de la gente sigue el ritmo de su rutina y no lo para por nadie.

Saturday, March 28, 2009

En una escena de Annie Hall, los padres de Alvy (el personaje de Woody Allen) discuten con el rabino sobre algo que ha hecho Alvy. En un momento dado, el rabino le sacude una torta a Alvy, y los padres le dicen al rabino que no pegue a su hijo, al tiempo que le dan otra torta ellos. El rabino, que discrepa, le suelta otra torta. Y los padres repiten el proceso.

El comportamiento de la izquierda progue se define muy bien con la frase de tener una deuda con el prójimo y querer pagarla con tu dinero; pero el del derechismo refleja el de los padres de Alvy, exigiendo que no se pegue al hijo ‘castigándole el hígado’ (como diría el entrenador de Rocky) del propio hijo.

La semana pasada oía a un periodista de este lado del río diciendo que las fotos de Garzón en África eran las del típico progre que se hace la foto para sentirse solidario y conectado a la pobreza, y luego vuelve a su vida de lujo y deja atrás a esos que están en la miseria.

Dejando de la lado mi opinión sobre Garzón, el argumento que subyace a esa crítica es todavía más condescendiente que la supuesta actitud progre de Garzón. Porque, básicamente, lo que ese periodista viene a decir es que la gente de la tribu que visitó Garzón, lo que en realidad quieren es una buena carretera, unos buenos rascacielos y, seguramente, un trabajo de 9 a 9 en una oficina. Y, claro, como está claro que eso es lo que quieren, el hecho de que alguien vaya y se haga una foto con ellos vestido de local, en lugar de hacerlo con un traje de Armani, que es lo que a ellos les gustaría ponerse, demuestra poca piedad.

Pues no. Por muy deseable que nos pueda parecer el tipo de vida que llevamos o, como decía Obama en su investidura, “nuestro estilo de vida”, no significa ni mucho menos que todo el mundo quiera vivir igual. Y aunque a algunos le parezca mentira, es posible que haya mucha gente que no esté dispuesta a sacrificar su vida para que el otro lado del mundo se pueda mantener un estilo de vida de su elección. Digo esto por la propuesta de bombardear los campos de refugiados y talebanes (ahí, todos juntitos para desgracia de los primeros) entre Paquistán y Afganistán.

Cuando uno se empeña en defender a alguien, como lo hacen muchos de la derecha, lo primero que habría que hacer es preguntar a la víctima si realmente quiere que la defiendan. Porque si no se acaba haciendo precisamente eso que se critica de la izquierda: querer defender a la víctima, pero saliéndole gratis.

Las personas, incluso las menores de edad, podemos no saber cómo conseguir algo que queremos, pero sí sabemos lo que queremos. Y, no gracias, no asuman que saben mejor que yo lo que quiero y por eso me lo dan, unos cogiéndome el dinero del bolsillo y otros regalándome un guantazo.

Sunday, March 22, 2009

Byron (el gato, no el poeta) es de lo mejor que me ha pasado en la vida. Si tuviera que hacer una lista muy corta de cosas que me han hecho feliz, Byron ocuparía un puesto seguro. También es verdad que soy muy inhumano, porque los animales me despiertan más generosidad que los hombres, en condiciones de igualdad.

Quien diga que los animales no piensan o que no tienen personalidad, es que están desconectados de la realidad más allá de sí mismos. Puede ser que un animal no disfrute una película, o un libro, o que no vea la necesidad de calentarse un plato en el microondas. Pero, ¿quién dice que eso sea mejor que ser capaz de comer crudo?

Byron sabe perfectamente dónde se tiene que poner para recibir rayos de luz. Nota como nadie cuándo hemos puesto la calefacción para poder pegarse al radiador. Cuando huele pescado, sabe perfectamente – y demanda – que él tiene que probarlo. Byron tiene localizados los puntos de calor en la casa: el descodificador de la tele, debajo de la lámpara de la mesilla de noche. Y sabe cuáles son los lugares desde los cuales puede tener controlado el movimiento.

Byron no va donde nosotros queremos que vaya. Si no quiere ir, podrá dejarse coger – no le queda otro remedio –, pero en cuanto pueda se irá a donde él quería ir en primer lugar.

Eso, desde luego, no significa que los perros tampoco tienen personalidad porque obedezcan todo… Eso significa que su personalidad es dócil. ¿O es que no hay personas que hacen todo lo que se les dice?

Hay quien acude a los animales por hastío con las personas. Yo admiro a los animales por su capacidad de adaptación en un medio no sólo hostil, sino que no pueden domesticar.

Saturday, March 21, 2009

El aliado al que apela el periodista en general y el de investigación en particular, es la opinión pública. Si esta se escandaliza, demandará cambios o ejercerá presión social para que se produzcan y así se arreglará el injusto.

El problema es cuando a la opinión pública no le interesa absolutamente nada, o si le interesa, no se lo cree si no viene de un periodista “de los suyos”. En ese momento todo el trabajo realizado se queda en papel mojado, si es que en algún momento se hizo con la esperanza ilusa de que iba a tener algún efecto.

En Inglaterra ha salido a la luz que un algo cargo de un banco nacionalizado por el gobierno se ha ido de la entidad con una pensión de jubilación multimillonaria,  multiplicaba por dos y libre de impuestos. El tema en sí es un escandalazo. El banquero todavía no ha devuelto su pensión (en sentido estricto, no es un robo), pero el ministro que tiene que comparecer a explicarlo, lo hace sabiendo que hay algo de lo que sentirse avergonzado. Todos los periódicos hablan de ello. Todos.

En España, un Juez de la Audiencia Nacional ha recibido impagos no declarados por dar una serie de conferencias, ha actuado en una situación de clara incompatibilidad cuando debería haberse inhibido, y cuando se investiga por unos cuantos periódicos, El País titula: “El PP ataca al Juez Garzón para tapar su escándalo de corrupción”.

Eso es periodismo. ¡Qué maravilla!

Saturday, March 14, 2009

Esta semana se han cumplido 5 años desde el atentado del 11M. Me he hecho una ronda de blogs antes de escribir esta entrada. Sentía curiosidad por saber cuántos Blogeros hablaban del tema; anticipaba lo que ha ocurrido. Nadie ha hecho una mención al tema. Sí he visto ataques al PP, comentarios políticos en general, pero no he visto ni una sola referencia al 11M.

Hace unos días hablaba con mi hermano, que vive en Dublín y trabaja en televisión, sobre la objetividad o falta de ella en los medios de comunicación en España. No hablamos del 11M, pero bien podría haber surgido como ejemplo de la politización de los medios de comunicación. Porque en Inglaterra y en Irlanda los periodistas seguro que tendrán sus limitaciones – como todo el mundo – pero sobre todo ejercen el periodismo. Critican al político, investigan los hechos, debaten, se posicionan en una línea editorial. Pero no tienen una línea divisoria que coloca a unos en un lado y a otros en el otro y se van tirando las noticias como el que tira al plato. El País saca una noticia y El Mundo lanza una batería de noticias para desmentirla y viceversa. Es difícil saber si The Times o The Independent son imparciales o no, pero sí tienes la sensación de que si te dicen algo, no vas a tener que coger otro periódico para contrastar y llegar a una conclusión.

En España el 11M se ha investigado por dos o tres medios de comunicación. Los otros, principalmente El País, se han dedicado a intentar desmentir lo que otros investigaban. Al final, cuando en Libertad Digitial hablan del clamor popular porque se investigue más, hablan de un sector de la sociedad determinado: los lectores de centro-derecha que leen El Mundo, Libertad Digitial y que escuchan la COPE. El otro sector de la sociedad, está completamente convencido de que el único individuo condenado fue el cerebro de la operación y se acabó.

Es penoso ver a los periodistas ejerciendo de políticos. Pero claro, en España ejercen de políticos todos, porque saben que es la mejor manera de crecer profesionalmente. Los jueces, los policías, los militares, los actores, los profesores… Todos saben que si quieres ascender, progresar en tu profesión, lo que tienes que hacer es ejercer la política.

Por eso me hace mucha gracia cuando los de izquierdas se acuerdan de Franco para finalizar una conversación incómoda. ¡Si no hace falta! Si no hemos avanzado absolutamente nada desde la muerte del dictador. Si somos una democracia de tebeo. La democracia venezolana o el sistema político argentino, dos sistemas en los que la demagogia es la norma no tienen nada de qué avergonzarse mirando la democracia española.

En España ha habido un atentado del que no se sabe absolutamente nada (como constata la propia sentencia, que deja lagunas sobre cuestiones esenciales) y no le importa una mierda a nadie porque los partidos (PSOE-PP) han dado la consigna de que no se habla más del tema. Y así las cosas, "del Rey pa'bajo", todo el mundo sigue esa orden y la aplica.

Muchas veces me he sorprendido de la prontitud con la que los ingleses o franceses levantan la mano para protestar por el atropello de sus derechos. A veces hasta me ha resultado cabreante. Pero da envidia. En Inglaterra la disciplina de partido no existe. En España, se extiende a todos los ámbitos de la vida del ciudadano.

Tuesday, March 10, 2009

Estaba pensando el otro día que ese planteamiento capitalista por el cual el consumidor, sabio, regula el mercado expresando sus opiniones por medio de su consumo es una utopía tan ilusa como que esa que piensa que si no hubiera poder, todos viviríamos civilizadamente.

No es teoría de la conspiración, es simplemente que el individuo no controla la distribución. Y sí, puede organizarse en un momento puntual para hacer un boicot de determinado producto o servicio, pero en general no tiene medios de expresar su desagrado o aceptación. En última instancia, aún en el supuesto de que lo exprese, puede desoírse por parte de aquel que produce o distribuye.

En medio de esta crisis, está claro que la gente que se ha endeudado irresponsablemente hasta las cejas son culpables de su situación, pero ¿de qué manera va a regular un consumidor un mercado inmobiliario que se ha inflado artificialmente?

En la crisis del petróleo de los setenta, los productores se pusieron de acuerdo en fijar unos precios de tal forma que o se aceptaba o se aceptaba. Y el consumidor, ese individuo que coge su coche todos los días para ir a hacer esto o lo otro, ¿qué puede hacer contra eso?

Por supuesto, el libre mercado no ha fracasado como sistema, pero no se puede dejar a su libre albedrío porque hay unos que terminan pagando doble: los individuos, como consumidores y como contribuyentes.

Hay muchos que alertan contra la intervención o regulación del Estado por los riesgos que entraña: para la fluidez del mercado, para garantizar las libertades individuales, la de empresa… Pero yo creo que la no intervención genera otro peligro aún mayor, que es dejar a merced de los que controlan los medios de producción el mercado y eso tampoco funciona.

Ayer veía un programa sobre la huelga de los mineros durante la época de Margaret Thatcher. Sin entrar a valorar la huelga, sus planteamientos o lo demás, había un ex minero que decía una cosa muy interesante: “Thatcher triunfó no sólo en esta huelga, sino en todo el país; el individualismo de este país nos ha llevado a que a nadie le importe una mierda lo que le pase al que tiene al lado”.

Y hay que darle la razón. No sé hasta qué punto los tiempos pre-Thatcher estaban marcados por la solidaridad de los unos con los otros, pero en Londres, en Inglaterra y en cualquier país desarrollado en general se puede apreciar que cuanto más se premia el individualismo, más fuertes son las grandes empresas y menos humana es la gente.

Todos esos planteamientos me suenan un poco (un mucho para quienes me conocen) alejados de mi visión habitual sobre la sociedad. Sigo viendo las cosas desde una óptica liberal, pero es que me estoy cansando de ese síndrome de Estocolmo que tiene cierta parte de la derecha. Si la derecha liberal se preocupa de las libertades individuales, a veces hay que darse cuenta de que la mejor forma de protegerlas es no permitir desmanes del sector privado también. Limitar el sector público, sí, pero no por ello echarse a los brazos del sector privado como si actuara de una forma aséptica.

 Para terminar, cierro con un súper Hit de las Nancys Rubias, que son unos cachondos mentales.



Sunday, March 08, 2009

Me contaba una persona acerca de un encontronazo con la religión; en realidad la religión era una disculpa, más bien fue un choque con el victimismo. Un tipo estaba defendiendo la censura contra aquello que critica a su religión, y esta persona dijo que ella preferiría escuchar lo que otros tiene que decir en lugar de censurarlo (un principio básico de la democracia), y el tipo le salió por la tangente haciéndose la víctima.

Casualmente, después de este suceso ponían en televisión un documental sobre un autor que escribió un libro que se consideró tan ofensivo por la autoridad iraní que ordenaron su muerte y estuvo diez años protegido por la policía británica. La historia del tipo la conocía; lo que no sabía es la cantidad de gente que mataron por tener relación con el libro.

Lo más devastador es que la defensa que se hizo de este libro, como la que se hizo de las viñetas del profeta que los mismos consideraron ofensivas, fue de lo más solapada y excusada. Y ese tipo de defensas, al igual que ocurrió con la pre-guerra mundial, sólo conducen a que el agresor-víctima se crezca y la próxima vez incremente su agresión.

En España, que se va flirteando con la censura y la libertad de expresión (las viñetas del Jueves sobre los Príncipes, la querella contra Jiménez Losantos por parte de Gallardón, la querella contra Gago por la Jefa de Prensa del PP, las declaraciones de Almudena Grandes para que quemasen los libros de Pío Moa, la desprotección a Luis Herrero cuando le secuestraron y echaron de Venezuela…) ese tipo de acciones no escandalizan a casi nadie. Debe ser que se echa de menos a Franco mucho más de lo que algunos quisieran reconocer. Pero el victimismo que pretender vetar la discrepancia es el estrangulamiento de las ideas, de la libertad.

En España existe una figura legal anacrónica y cobarde que es la defensa del honor. Es la versión civil del delito (y/o falta) de injurias y calumnias, y como es civil, es un coladero. Que uno escribe en su blog que Gallardón es un peligro para las instituciones y al Sr. en cuestión le parece ofensivo, te lleva a los tribunales para defender su honor. Y como es tan indeterminado, el juez de turno puede hacer matemáticas y decir: si yo ayudo a este político hoy, el día de mañana, cuando toque promover, se acordará de mí. Y en consecuencia condenarte a pagar al ofendido en su honor una cantidad determinada. Es un despropósito.

Es un vestigio de la ley mordaza de Fraga – gran amigo y aliado de Gallardón – que ahora están utilizando precisamente para callar a los periodistas incómodos en esa depuración de aliados que están llevando a cabo los del PP. El PSOE no necesita los tribunales para eso. Ellos tienen la chequera de las subvenciones y una deuda histórica que todavía estamos abonando y ya te avisaré cuándo está pagada.

Saturday, March 07, 2009

El miércoles pasado di una conferencia sobre temas del deporte conjuntamente con, posiblemente, uno de los mejores abogados del mundo en la materia. Después de la charla, un tipo que conozco y del que me había distanciado por tener la virtud de hacer siempre y en todo lo momento lo que más le convenía a él, y que tenía unas ganas locas de conocer a este abogado, se pone a conversar con el co-ponente y cuando yo iba a intervenir, me levanta la mano para que me calle. La levantó como el que espanta una mosca pesada, sin mirarla, sólo intentando apartar el zumbido dichoso. Eso, unido a otros gestos no tan evidentes, pero igual significativos, me ha servido para dos cosas: uno para mandarle a la mierda mentalmente (todavía no lo he verbalizado, pero la vida da muchas vueltas); otro, para reflexionar sobre lo tremendamente ineptos que son los trepas.

He tenido la inmensa suerte de tener una 'escuela de la vida' en mi propia casa. Muchas personas salen del cascarón familiar y empiezan a descubrir la realidad. Yo no tuve que pasar por ese proceso. Uno de los roles con los que estoy familiarizado de toda la vida es el ladrón que te mete las manos en los bolsillos, te coge la cartera, te despluma, te quita el reloj… Todo ello mientras habla contigo como si no te dieras cuenta de nada. Y tú, que por H o por B no dices nada, te planteas, ¿realmente se está pensando que no me doy cuenta?

Al final el ladrón se va con las manos en los bolsillos y una sonrisa de satisfacción de oreja o oreja pensando que una vez más se ha vuelto a salir con la suya, con esa sutileza con la que hace las cosas.

El modus operandi del trepa es el mismo. Se acerca a ti cuando piensa que si escala sobre tus hombros podrá subir un nivel más. De la forma más evidente del mundo te pone un pie en la rodilla, otro en la cintura, luego el de la rodilla en el hombro y el de la cintura sobre la cabeza. Y sigue para arriba. Y todo ello con la absoluta convicción de que como no le llegas ni a la altura intelectual de su zapato, no te has enterado…

Me da pena. Es como cuando discutes con alguien y te sale con argumentos de niño de colegio para "ganar" la discusión. No me importa demasiado que la discusión, ni que me intenten utilizar, sino que lo hagan de forma tan vasta, tan grosera, tan poco inteligente.

Tengo una medio amiga que es una artista de la diplomacia. Me costó darme cuenta de que detrás de lo que dice casi siempre hay un banco de secretos que comparte sabiamente para interés personal, pero cuando me di cuenta no pude sino admirarla. Tanto que seguimos siendo "medio amigos". Y lo de "medio" no es sino porque es lo máximo que podemos llegar a ser con alguien de quien no te puedes fiar. El estilo de esta chica no es mi estilo, pero hay algo que admiro: no se piensa que todos somos tan gilipollas que no nos vamos a dar cuenta. No nos trata como si ella fuera una trilera que "siempre oculta la bolita". Al contrario. Como parte de la base de que puede obtener beneficio de muchos sitios, y siempre es capaz de sacarlo, se lleva bien con todo el mundo y cuando "te despluma" lo hace de forma elegante, casi respetuosa.

Estaba pensando sobre eso y he entendido por qué Bill, el de "Kill Bill", deja que la personaje de Uma Thurman se recupere del cansancio y le da todo el tiempo del mundo antes de empezar a luchar… Ganar cobardemente es aburrido. Tener como rivales a esos ladrones de tebeo, con antifaz y todo, es penoso. El dinero que se llevan es lo de menos. Lo de más es la falta de categoría.

Friday, March 06, 2009

Lo de la paliza a Rihanna por parte de su novio, Chris Brown, además de repugnante, es una muestra de los ídolos sociales son unos indeseables. Ahora se cuenta que la chica ha decidido perdonarle. Justo al mismo tiempo en que se ha filtrado que uno de los golpes fue con (o a la) puerta del coche en el que estaban.

Es decir, que el degenerado ese le da un hostiazo con la puerta del coche, pero la chavala decide perdonarle. El perdón no es nuevo. Seguro que refleja la actitud de muchas mujeres que han sido maltratadas, pero piensan que su pareja va a cambiar.

Lo grave es este tío no sea lapidado públicamente por el mundo de la música. Lo grave es que el tipo se pueda refugiar en casa de un productor musical y que la reconciliación se haya hecho, más que posiblemente, en clave de venta de discos e intereses de las discográficas.

No lo he comprobado, pero no me extrañaría nada que en los bares y discotecas se haya seguido poniendo a este tipo.

El mensaje es claro: aguanta el chaparrón y el tiempo todo lo borra.

No me extraña que los chavales con los que trabaja Inés (los menores delincuentes) no quieren estudiar ni sueñan con tener un trabajo “ordinario”. Estos lo que quieren es  ser como Chris Brown. Con la capucha, dos diamantes y ahora seguramente soltando una buena yoya a su pareja cuando le falte al respeto.

Parece que para ser alguien en el mundo público (cantantes, actores, políticos, deportistas) hay que ser un malnacido. Cuanto más delincuente seas, cuanto más sinvergüenza, mejor te irá. Como decía El Padrino, la familia te protegerá.

Claro, cuando lo decía El Padrino, algunos pensábamos que al final acabaría entre rejas si no muerto. Pero se ve que no. Al final le daban un Grammy, o un Oscar, o le hacían Ministro de Justicia.

Monday, March 02, 2009

Después de una noche electoral, todos los partidos suelen estar encantados con sus resultados.

Hay que haberlo hecho rematadamente mal para que un candidato reconozca su derrota.

Desde mi punto de vista, en esta ocasión el único que puede estar realmente contento con los resultados de las elecciones en Galicia y País Vasco es UPyD. Luego, el PSOE puede estar medio contento, pero más bien tirando a poco.

El PP en Galicia no ha generado voto nuevo; ha mantenido los votos de las últimas elecciones. Si ha sacado la mayoría absoluta es porque ha habido muchos votantes que han dejado de votar a PSOE y a PNG. Es solamente UPyD quien, sin opciones de gobierno real, se ha constituido en cuarto partido de Galicia con cerca del 1,5% de los votos.

En País Vasco, el PP ha perdido en torno a los 70.000 votos con respecto a las anteriores elecciones. UPyD ha conseguido un escaño por Álava y el PSOE ha aumentado sus votos, arrebatándoselos probablemente al PP y algo al PNV.

Es evidente que el PP no puede tener motivos reales de celebración porque ha mantenido en Galicia. El PSOE ha sido desbancado allí, siguiendo la senda de Baleares, además de por sus escándalos por ese giro al nacionalismo que no le lleva a ningún lado. En cambio UPyD triplica sus votos con respecto a los de las generales .

El País Vasco es un caso especial. Quien ha votado a Patxi López lo ha hecho por pensar que era el voto útil constitucionalista. Muchos votantes del PP que no podían sentirse identificados con el nuevo candidato, han decidido votar a López por pensar que si conseguía ser Lehendakari, al menos lo sería un miembro de un partido nacional.

Zapatero debería tomar nota de estos resultados, aunque seguro que no lo hará. La fuerza que más sube es la que defiende más claramente la unidad de España y el final de los conceptos nacionalistas de identidad, de comunidad histórica, de derechos históricos… Esa fuerza, sin opciones de gobierno, sin ser "voto útil", es la que más ha crecido. Por otra parte, va la segunda vez que le dicen que NO, que no quieren un gobierno PSOE y el resto de fuerzas nacionalistas. Patxi se sentirá legitimado para sacar adelante sus principios pro-nacionalistas, pero se confundirá, porque sus votantes no lo han hecho por lo que él piensa, sino por la cuarta letra de sus siglas: Español. Y si no que vea cómo Izquierda Unida se ha hundido en País Vasco.

Estoy seguro de que las europeas continuarán el alza de UPyD porque, hoy en día, es la única opción válida.

Saturday, February 28, 2009

El hecho de que haya dimitido Bermejo es en sí mismo una buena noticia y un hecho sorprendente. En España no dimite nadie por principio. Dimitir es de cobardes, para los que tienen el poder. En este caso, debería haber dimitido también Garzón y los que les acompañaban.

De toda esta historia de Bermejo y Garzón, y por extensión de las Comunidades Autónomas, de las "Embajadas" de las Comunidades Autónomas, la política de educación, la de sanidad, la de la lapidación del dinero público – de todos – lo que más me cuesta entender es la falta de crítica de los ciudadanos que lo sufren.

Un ejemplo claro del sectarismo de la izquierda española es lo que ha ocurrido con el Gran Wyoming y la becaria. Resulta que cazan al tío abusando (psicológicamente) de una becaria de su programa. Y cuando el tío sale diciendo que era un montaje y que se la han colado a los de Inter economía con el video. ¿Alguien de la izquierda ha dudado? Ni uno. ¿Se ha hecho el más mínimo atisbo de crítica? No. Si Wyoming dice que era un montaje, era un montaje.

Cuesta creer que una izquierda tan organizada en la crítica a la derecha, no haya hecho la más mínima mención. En España la gran mayoría de la izquierda se contenta con que la derecha no esté en el poder. Lo demás da igual.

Este fin de semana se verá esta realidad. Especialmente, después de este fin de semana, cuando el PSOE pacte con el nacionalismo para gobernar en Galicia y País Vasco. Sus votantes respirarán tranquilos porque la derecha no habrá llegado al poder.

Saturday, February 21, 2009

Es curioso que el socialismo español ha ido evolucionando hacia unas posiciones “derechistas” que están mucho más a la derecha en algunos aspectos de lo que está el propio PP o muchos de los votantes del PP.

Una cosa en la que se nota es en la adopción de una supuesta asepsia, un supuesto laicismo, un positivismo en lo jurídico, que sirve para colar todas las medidas que se quieren adoptar.

Creo la clave de todo eso está en que el socialismo español ha evolucionado en democracia a base de posicionarse en todo lo opuesto que considerasen “derecha”. Han llegado al punto en el que no tienen ideología como tal en la base, y los que lo representan, sus políticos, lo han aprovechado como un cheque en blanco que utilizan hasta las últimas consecuencias.

Es gracioso cuando algún que otro progre ataca a “la derecha” por el ángulo de Franco, por la relación con la Iglesia, por la prohibición del aborto, por la limitación de inmigrantes(¿?). Sin embargo, ese mismo progre no se da cuenta de que esa apisonadora moral de los valores de la derecha no se ha reemplazado con una edificación de los “valores de la izquierda”. La respuesta más común ante ese planteamiento (“entonces, ¿qué piensa la izquierda?”) suele ser un rápido “ya no hay derechas ni izquierdas…, porque el mercado bla, bla, bla…., el proletariado bla, bla, bla…”.

¡Efectivamente! Con el desarrollo de España la población no se divide entre clase obrera y clase burguesa. El número de universitarios es tan extenso que el problema no es el acceso a la universidad (pese a que algunos todavía sigan manifestándose por una enseñanza pública y de calidad), sino la efectividad de la misma.

El otro día mi tío-suegro defendía el positivismo en el derecho. Mi tío suegro es esa rara avis que es el intelectual de izquierdas, pero a pesar de todo, defiende la teoría del derecho por la cual el derecho tiene que prescindir de valores. Y es que se han empeñado tanto en oponerse a lo que piensan que es derecha, que prefieren que el derecho no tenga valores – es decir, lo que ocurre ahora – que esté orientado por un sentido de justicia. La demostración de que el positivismo jurídico no funciona es que los nazis y los soviéticos eran positivistas.

Es claro que cuando un gobernante te dice que no le demandes justicia, sino orden, está queriendo ejercer su poder sin trabas. Cuando quieres combatir un gobierno como el de Zapatero, si no puedes acudir a la injusticia de su sistema, no tienes nada.

La izquierda española necesita renovarse por el bien de España. En lugar de recordar con ese gracejo de Pepe Blanco el prestige,  podrían dedicarse a pensar qué aportación intelectual representan aparte de la alianza de las civilizaciones.

Sunday, February 15, 2009

Para los españoles, la historia de España se divide en dos: pre-Franco y Franco y post-Franco. Los españoles se sienten unos expertos en la segunda parte y admiten un conocimiento limitado de la parte anterior.

Franco se ha convertido en ese culo que todos pateamos como una cuestión de principios. De esta manera, la derecha se presenta ante una izquierda desconfiada como democrática (famosa pregunta izquierdista: “sólo dime una cosa, ¿estás en contra de Franco?”, cuya respuesta es el salvoconducto para continuar hablando).  La izquierda lleva a Franco en el bolsillo, para arrojárselo los contrarios de los que quiere deshacerse.

En definitiva, que cuando salen algunos políticos diciendo que Ley de la Memoria Histórica no porque no supera la transición, cabe hacerse dos preguntas: una, ¿correr un (es)túpido velo sobre lo anterior no es cerrar en falso?; y dos, ¿por qué es contrario a la paz de la sociedad revisar su historia?

Como decía Pío Moa (ese historiador al que Almudena Grandes propone quemarle los libros, siguiendo una institución tan española como la Inquisición), yo no le tengo ningún miedo a que se revise la historia. La historia de un pueblo hay que saberla y digerirla para poder pasar página.

Cuando estuvimos en Berlín había restos del Muro, había lugares que recordaban dónde estuvieron lugares del nazismo, dónde estuvo el búnker de Hitler… Evidentemente no están orgullosos de eso, pero lo recuerdan para enseñar el horror y para que no se repita.

Lo que pasa es que en España la historia no se estudia o se revisa, sino que se arroja. Por eso a Santiago Carrillo le cabrea tanto que algunos autores recuerden Paracuellos del Jarama. Porque Carrillo lo que quiere es que Franco sea una losa tan pesada sobre las cabezas de los investigadores que no puedan mirar más allá del año 39.

Muchas veces se dice lo que se cuando no se conoce la historia, se puede repetir. No sé si eso es cierto o no porque muchas veces se repiten los horrores, pero corregidos y aumentados. Yo creo que lo importante de la historia es que los oportunistas que se erigen sobre sus restos para justificar sus pretensiones no puedan mentir. La Historia, en definitiva, es la mejor Educación para la Ciudadanía que se puede enseñar.

Friday, February 13, 2009

Una universidad de Londres me invitó en septiembre del año pasado a dar una conferencia a sus alumnos de dirección de empresas deportivas sobre temas de legalidad deportiva. La conferencia es el 4 de marzo. Hace algunas semanas, me ofrecieron, además, dar unas clases en su curso de derecho del deporte para los mismos alumnos. Esto será entre marzo y mayo.

 

Sin perjuicio de que el primer sorprendido soy yo, la verdad es que esta oferta, la de ser profesor de derecho del deporte en una universidad de Londres, es sin duda el logro profesional del que me siento más orgulloso. Como decía un amigo, abogado deportivo de renombre, ha sido poner una "pica en Flandes". Porque no me han llamado para que hable sobre la perspectiva española sobre esto o aquello, sino para que les hable de derecho comunitario, propiedad intelectual y tribunal arbitral del deporte... Es decir, algo que podría dar igual – o mejor – que yo cualquier otro abogado inglés.

 

Se da la circunstancia de que esta universidad es la única que ofrece algo así en Londres. Ya que donde estudié yo han dejado de ofrecerlo.

 

Por su parte, Inés va a participar en un proyecto de investigación en la misma universidad (otra facultad) en temas de psicología.

 

Se acercan los tres años de estancia en Londres, y, como decía Bego, parece que todas las cosas empiezan a asentarse. Quizás deberíamos dejar de llamar a este Blog "Lost in London"...

Thursday, February 12, 2009

Nunca he tenido mucha relación con mi padre. De hecho, seguramente soy bastante poco familiar por haber crecido en una familia muy divida. Pero, algo deben tener los genes, cuando más tiempo pasa sin que nos veamos (mi padre y yo), más me acuerdo de ciertas cosas que dijo y, aunque no le hacen mejor persona ni más sabio, con las que estoy de acuerdo.

De hecho, ayer hablando con Inés me di cuenta de que “los Valero” (al menos los de nuestra rama) tenemos una relación con España muy parecida. Mi padre y dos tíos míos (tres tendencias políticas bastante distantes entre sí) no aguantan vivir en España. Mi padre vive enamorado de una Inglaterra que no existe y que posiblemente nunca existió. Un tío mío tiene pasión por Francia; me atrevo a decir que también es una idea bastante utópica. Y mi otro tío vive con nostalgia de Franco.

En realidad son tres síntomas de una misma causa: un amor por España ideal y una frustración con la España real. Cada uno de ellos, de nosotros, tenemos una idea de lo que debería ser España, y como no lo es, nos damos de bruces con la realidad y nos frustramos y nos volvemos bastante poco tratables.

Cuando me fui por última vez, el Pats me decía que tenía que quedarme y hacer patria. Pero yo no soy tan idealista. Yo estoy encantado con que Rosa Díaz se haya puesto entre ceja y ceja cambiar las cosas, pero por mi salud mental lo mejor que no vuelva.

Wednesday, February 11, 2009

Hay quien dice que cada sociedad tiene a los políticos que se merece. Si bien en una dictadura es difícil estar de acuerdo, en una democracia es difícil discrepar.

En España tenemos unos políticos que, salvo excepciones, no se los regalaría ni a mi peor enemigo. Y no hablo de un solo partido, sino en general de los políticos.

El otro día leía en el periódico que el Ministro de Economía de Alemania iba a dimitir porque se le había desautorizado por parte de otros miembros del gabinete. Y yo pensé... ¡Eso es una democracia avanzada! Como el fútbol. Al entrenador al que, en contra de su criterio, le han vendido o comprado un jugador, se va porque ha sido desautorizado.

En España los políticos saben que todas las crisis pasan, que lo único hay que hacer es aguantar el chaparrón y esperar a que surja un nuevo escándalo. En el fondo, los periódicos tienen que hablar de algo todos los días y hoy le toca a uno y al día siguiente al otro. Y entre tanto, se siguen turnando el momento de vergüenza torera como el que se pasa el revólver en la ruleta rusa.

¿Se merece estos políticos tan lamentables España? Pues a lo mejor sí. Porque España ha asistido impasible ante las atrocidades de estos tíos que han ido dando una vuelta de tuerca más, una tirada de la cuerda más, hasta hacer de España uno de esos “PIGS” (Portugal, Italia, Grecia y España) de los que habla la Comisión de Europa.
Las crisis son la oportunidad de reconstruir lo destruido de mejor forma. Es el momento de reforzar aquello que estaba débil, de reemplazar lo que estaba corrupto. Ahora es el momento para dejar en el paro a todos los Zapateros, Rajoys, Sáez de Santamarías, Pepe Blancos y demás. Lamentablemente tengo la impresión de que en lugar de verse reemplazados, van a verse reforzados.

Saturday, February 07, 2009

El otro día leía el Blog de Sánchez Dragó en el que habla de su sensación de frustración cuando vuelve a España y yo me sentía totalmente identificado.

No es que fuera de España la gente sea mejor, es simplemente que no hay tanta envidia. En España hay un conservadurismo atroz. No en lo político, no en lo cultural, sino en la actitud. A los españoles les gusta tener la seguridad de que lo que las cosas van a seguir como hasta ahora, pase lo que pase. Y cada cambio se acepta con la esperanza de que sea el último cambio y que a partir de ahí todo se mantenga.

En España se llama “chaquetero” al que cambia de idea. Advenedizo al que se une a una tendencia. Se recuerda el pasado de los personajes públicos para que se avergüencen de haber cambiado de postura.

Las instituciones públicas como la universidad está llena de dinosaurios que validan eso de “si lo sabes lo haces y si no lo enseñas”. Los partidos políticos se dedican a mirarse el ombligo e intentar acuchillarse los unos a los otros en lugar hablar de lo que importa. Los sindicatos están representados por personas que dejaron de trabajar cuando se hicieron sindicalistas. Los cineastas no saben lo que es competir en el mercado libre.

España tiene déficit democrático, con jueces que hacen política, una justicia colapsada, con unos políticos profesionales de la política que tienen miedo de perder el puesto, con un gobierno que no da explicaciones.

Y todo eso acompañado de una economía rígida, aladrillada, erigida sobre pisos en la costa, sobre horas interminables en los trabajos, sobre sueldos congelados desde antes de la entrada del euro, sobre miedo al paro, al terrorismo, a la marginación social.

Pero de todo esto no se habla. Porque cuando se comenta, la envidia, la inseguridad y el conservadurismo intrínseco a la cultura de España, regurgita y articula defensas absurdas de la cultura de España; “en España se vive mejor”, “España es diferente” o, simplemente “fascista”.

Cómo me alegro de haberme ido, dos veces, de mi querida España.

Monday, January 05, 2009

A veces tengo la sensación de que la vida es un poco máquina del tiempo... Cada vez que me “despierto”, ha pasado muchísimo tiempo y hay un nuevo escenario. Sólo así se explica la combinación entre la rapidez con la que pasa el tiempo, y las cantidad de recuerdos que se acumulan.

No tengo miedo a la página en blanco, sino a las cosas con las que la llene. Recuerdo que cuando estaba la universidad, tenía pánico a crecer porque me imaginaba que lo que viene después de los años de formación es anodino, lineal y aburrido; hasta la fecha de la muerte.

Muchas veces me han dicho que soy valiente (o temerario) por hacer determinadas cosas. Pero es que me da pánico hacer un viaje en el tiempo y ver la cantidad de cosas que dejé de hacer.

Dejar de hacer es fácil. Y lo peor de todo es que te agarra por el brazo y te sujeta, haciéndote perder la noción del tiempo. Te obnubila, te entumece, te confunde, y al final no sabes si la falta de alegría de vivir viene por dejar de hacer o porque nada apela a salir de ese estado.

Hay quien tiene hijos, hay quien cambia de trabajo, de pareja, de costumbres sexuales… Al final todo se traduce en demasiado tiempo, demasiada especialización, demasiada desnaturalización.