Thursday, February 12, 2009

Nunca he tenido mucha relación con mi padre. De hecho, seguramente soy bastante poco familiar por haber crecido en una familia muy divida. Pero, algo deben tener los genes, cuando más tiempo pasa sin que nos veamos (mi padre y yo), más me acuerdo de ciertas cosas que dijo y, aunque no le hacen mejor persona ni más sabio, con las que estoy de acuerdo.

De hecho, ayer hablando con Inés me di cuenta de que “los Valero” (al menos los de nuestra rama) tenemos una relación con España muy parecida. Mi padre y dos tíos míos (tres tendencias políticas bastante distantes entre sí) no aguantan vivir en España. Mi padre vive enamorado de una Inglaterra que no existe y que posiblemente nunca existió. Un tío mío tiene pasión por Francia; me atrevo a decir que también es una idea bastante utópica. Y mi otro tío vive con nostalgia de Franco.

En realidad son tres síntomas de una misma causa: un amor por España ideal y una frustración con la España real. Cada uno de ellos, de nosotros, tenemos una idea de lo que debería ser España, y como no lo es, nos damos de bruces con la realidad y nos frustramos y nos volvemos bastante poco tratables.

Cuando me fui por última vez, el Pats me decía que tenía que quedarme y hacer patria. Pero yo no soy tan idealista. Yo estoy encantado con que Rosa Díaz se haya puesto entre ceja y ceja cambiar las cosas, pero por mi salud mental lo mejor que no vuelva.