Friday, October 12, 2007

Ayer se murió el padre de un amigo mío. Normalmente, cuando se muere alguien, se suele (suelo) sentirlo por la familia y algo menos por el que ha muerto, que al fin y al cabo ya no va a sufrir más… En este caso yo lo he sentido terrible y principalmente por el que ha fallecido.

Felipe era un tipo encantador que seguramente ha muerto en el intento de comprender el mundo, o más bien, rindiéndose a intentar entenderlo. Desde la distancia, y desde el desconocimiento, siempre tuve la impresión de que sus mejores momentos eran en la casa de “campo”, arreglando cosas, haciendo cosas por los demás.

Cuando queríamos estar en la parte de debajo de la casa, él ambientaba la zona para que pudiéramos estar allí con todas las comodidades. Cuando queríamos montar en moto, nos las tenía listas. Cuando íbamos a bañarnos en la piscina, de resaca y después de haber vuelto a las mil, él se iba de la piscina para dejarnos tranquilos…

Cuando le preguntabas algo, te perdías en la respuesta que era indefectiblemente demasiado larga. Pero no lo hacía con pesadez o con cursilería, sino porque por fin encontraba algo en lo que sentía cómodo y seguro. (Nuevamente, insisto que esto sólo son impresiones subjetivas).

Cuando he reaccionado, me ha dolido.

Espero que, esté donde esté ahora, descanse en paz.