Wednesday, April 30, 2008

Uno de los mejores recuerdos de mi adolescencia es los septiembres en El Álamo. Realmente, mucho Álamo no hacíamos. Era más una estancia en el chalé de Pablo e incursiones a la tienda de frutos secos y al bar de noche.

Llegaba de Irlanda y me iba directo a El Álamo. Eso es el paraíso... Te levantabas a la una de la tarde (las únicas veces que me levantaba tan tarde en todo el año) e ibas comer con la comida ya en la mesa. Un café en el hueco, que era la parte de abajo del chalé - nuestra jurisdicción - y nos veíamos la serie del verano (lo que más recuerdo es Cinco en Familia, que nos encantaba). Luego piscina, o ordenata, o coger la moto e ir a alguna parte. Por la noche íbamos a tomar minis a un parque que había al lado del bar hasta las ni se sabe. En realidad, era una vida muy sencilla, muy poco pretenciosa; justo lo que queríamos.

Recuerdo haber puesto veinte o treinta veces a lo largo de esos septiembres Karate Kid. Nos la sabíamos de memoria y además no nos gustaba tanto. Pero la poníamos sujetándonos al ritual de repetir los diálogos y las inconsistencias de la película.

Visto desde fuera podría ser una absoluta idiotez. Pero para mí eran las mejores vacaciones, han sido las mejores vacaciones.

Como decía una vez un buen amigo, nosotros hasta nos aburrimos juntos...