Monday, August 14, 2006

CARTA A BYRONCITO (no recomendable para aquellos a los que no les gustan los gatos).

Queridísimo Byon:

Corro las cortinas del cuarto en el que te escribo para que sólo tú y yo podamos comunicarnos, como cuando te tapaba para que nadie más oyera lo que te quería decir. Ahora, mientras te escribo, derramo más lágrimas de las que he vertido para escribir o despedir a ningún otro humano, probablemente porque ellos entienden mejor que tú las razones que nos llevan a tener que estar separados.

Me he despertado de una siesta larga, con sueños mezclados y poco agradables en la que estaba soñando que tu mami me decía que por las mañanas, cuando notabas que nos íbamos a ir, te sentías triste e inquieto. Ahora que estoy despierto sé que eso no puede ser cierto, y sé que tú serás feliz siempre que tengas a alguien en tu casa, con tus huecos, tus cajas tiradas, tus servilletas.

Querido By, Bolita… Cómo te haces querer… Me acuerdo cuando nos conocimos, el miedo que nos teníamos el uno al otro. Tú lo mostrabas bufando, enseñándome las uñas y protegiéndote debajo de las sillas, estratégicamente, para poder estirarte cuando yo pasase. Yo lo mostraba pegando unos brincos que te asustaban más todavía...

Poco a poco fuimos acercando posturas. Yo pasaba por alto el hecho de no haber dormido más de quince minutos seguidos en una noche; tú me perdonabas no jugar contigo permitiendo que me arañases, mordieses… Incluso tuviste que aceptar que jugase contigo con guantes de jardinero, lo cual no te gustaba porque me ponía en desventaja y hacía inútiles tus armas.

Varios meses tuvieron que pasar hasta que me atreví a cogerte siempre que quería, a darte la vuelta, a dejarme morder y arañar..., incluso a interpretar tus gestos del modo que lo hace tu amor de toda la vida: cuando te tumbabas en el teclado del ordenador cuando estábamos escribiendo, es que nos estabas ayudando a escribir; cuando te ponías en la encimera de la venta, es que nos estabas ayudando a tender la ropa; cuando te subías a la tabla de la planta, es que nos estabas ayudando a planchar… ¡¡¡Eres un gato tan colaborador…!!!

Lo que seguro que sí eres es un gato muy pequeñito. Con unas patitas que cuesta creer que te sostengan y que te den esos impulsos. Tienes un color gris precioso; como decía tu mami, tu traje de gala gris…, ese que podrías haber llevado en la boda si no fuera porque no te gustan las celebraciones…. Tienes un lomito que hay que tocarte siempre que queremos calma o suerte; aunque recuerdo ese día que iba a ir a una entrevista de trabajo y no había forma de que me dejases tocarte para darme un poco de tu fortuna. Tienes una magia que hace que todo el que se te acerca lo suficiente te quiera con locura para siempre; y que cuando estamos lejos nos resulte tan difícil no tenerte cerca.

Pequeñito, sé que no lo entiendes, pero ahora no podemos estar contigo. No quiero que pienses que todo el sufrimiento que te hemos causado hasta ahora ha sido baldío. Precisamente por todo lo que has tenido que pasar es por lo que ahora nos llevará menos tiempo el proceso de traerte aquí.

Aquí, Bolita, tienes un hogar que te va a encantar… Tienes un ventanal que da a la calle y por el que pasa constantemente gente. No sólo vas a mirar, sino que vas a cotillear todo lo que quieras…

Tienes dos sofás para que elijas el que más te gusta… De hecho, hay una placa en la cocina – que pondría algún inquilino anterior – que dice “if you want the best place in the house, you´ll have to take the cat out of it” (si quieres el mejor sitio de la casa, tendrás que quitar al gato de él)… Esa placa me recuerda a ti cada vez que la veo. Seguro que cuando llegues, sabrás encontrar ese sitio que te da calorcito y que te permite controlar dónde estamos…

Tienes unas sillas acolchadas cerca de la ventana y tienes un sitio que estoy seguro que te va a encantar: el radiador al lado de la ventana… Estoy seguro de que ese va a ser el lugar con más pelusa de la casa. Tienes una terracita, pequeña y sin vistas, pero que te va a permitir salir a tomar el aire y el poco sol que haya…

Te vamos a traer todos tus juguetes: bolsas de papel, cajas de zapatos, ratoncitos de peluche. Vas a tener una cama enorme con un edredón súper calentito en el que vas a poder esconderte por las mañanas. Y por las tardes vamos a poder estar contigo mucho más tiempo que en Madrid.

Ya verás, Pequeñito, ya verás como esto te gusta.

Intentaré ir a verte en cuanto pueda, así que no me olvides, que eres tan mágico que seguro que tendrás hechizado a Fer y como jugará contigo, te alimentará y dormirá contigo, ya no te acordarás tanto de mí…

Te quiero, Byroncito.