Monday, August 14, 2006

UN AMIGO INDIO

Inés y yo podremos decir que nos hemos instalado en Londres cuando tengamos en nuestras filas un amigo Indio (de India), no antes.

Antes de venir había oído que la nacionalidad demográficamente más numerosa en Londres (en términos absolutos y relativos) era la italiana, seguida de cerca por la española… Seguro que esos datos no son oficiales, porque lo que es aplastante es la presencia de indios y/o paquistanís sobre otras procedencias. Además, los indios, al contrario que los españoles y los italianos, tienen una integración absoluta, no sólo socialmente, sino institucional. Hay policías, presentadores de televisión, encargados de bancos y tiendas… Es increíble la integración real que tienen en este país las personas procedentes de todo el imperio británico…

España, que conserva unas relaciones bastante cordiales con casi todos los países-ex-colonias, no puede presumir, ni de lejos, de la infinita diversidad de procedencias que existe aquí.

Cualquier plantilla de cualquier tienda parece la ONU. Y en el mercado que tenemos cerca de casa, un mercado que al parecer tiene montones de años…, eso sí que es una muestra de que el capitalismo nos hace a todos hermanos… Hay un árabe vendiendo CDs y videos musicales de música árabe… (algunos parecen los Chunguitos en versión árabe) al lado de un indio que vende móviles… Hay mujeres con toda clase de velos: desde gurkas (de los gurkas de toda la vida) hasta velos un poco más moderados – un inciso: sé que esto no es políticamente correcto, pero me hace cierta gracia ver en ZARA y en H & M a mujeres con gurka, de los de toda la vida, comprando ropa… –. Un poco más allá hay una tienda de ingleses, blancos, que venden maletas. Y al lado una tienda de turcos que venden “falafel”. Sólo falta una tienda de judíos y ya se tendría un ejemplo de la paz mundial.

Hay una cosa que no deja de sorprenderme, y es que haya tantísimas mujeres con riguroso velo en un país en el que no tienen que llevarlo. En Afganistán se ha conseguido que muchas mujeres dejen de llevarlo, con lo difícil que resulta superar la presión social, y aquí, que están en un país libre, siguen llevándolo… Supongo que ese pensamiento tiene bastante de prejuicioso, porque eso es tanto como decir que en un país libre no se maltrata a las mujeres porque el Derecho asiste a las mujeres maltratadas. Seguro que es un debate enorme y conflictivo porque tiene que aunar la libertad de religión y personal con la garantía de derechos e igualdad entre personas sin distinción de sexo. Probablemente muchas de esas mujeres digan que llevan el velo porque libremente lo deciden, pero, ¿y sus hijas? ¿También quieren llevar un velo que sólo deja ver sus ojos mientras que sus hermanos van vestidos como quieren? En honor a la verdad, la mayoría de las niñas y adolescentes que acompañan a mujeres adultas con velo, no llevan un gurka tan riguroso, pero sigue sin convencerme la actitud. Esas niñas ven la televisión, pasean por las calles y van al colegio en un país en el que tanto las niñas como los niños van vestidos como quieren. ¿Qué pensarán?, qué son unas infieles por no taparse, o más bien, que por qué no pueden ellas vestir así… No me extrañaría que las autoridades británicas, simplemente, lo dejen estar para evitar conflictos.

Volviendo al tema, decía el otro día Marita que no hay prácticamente ingleses en Londres… Yo creo que a juzgar por el acento de la gente, casi todos los habitantes de aquí son ingleses, aunque no sean de origen ancestralmente inglés.

En definitiva, Londres es un ejemplo para muchas ciudades del mundo. En un momento en el que en España hay tendencia a la aldea-nación (yo mismo pensé crear un grupo independentista del barrio Argüelles para luchar contra el centralismo de Moncloa-Aravaca), Londres es la muestra de que cuando uno se sacude los miedos al prójimo, y deja a un lado el revanchismo, puede convivir no sólo con calma sino con prosperidad.

El otro día iba paseando por Hyde Park (¡¡¡qué bien suena eso…!!!) y había mucha gente jugando al fútbol. Los equipos no eran como los que verías en una serie americana (estadounidense): blancos en un equipo y negros en otro. Tampoco como los que verías en un parque en Madrid: confederación de países suramericanos contra confederación de países suramericanos. Aquí los equipos estaban formados por indios, orientales, negros, blancos…

Una evidencia de esa diversidad se muestra en las instancias que hay que presentar en casi cualquier institución: para un trabajo, para el carné de la biblioteca, para pagar los impuestos… Invariablemente hay un apartado enorme que recoge el género (hombre – mujer) y la raza. Dentro de éste último capítulo hay montones de distinciones: “blanco inglés”, “blanco-escocés”, “blanco-irlandés”, “blanco-otro” (en cuyo caso hay que decir de dónde), “negro” de diferentes procedencias, “asiático” en sus diferentes procedencias y así sucesivamente… En algunos momentos te lo piden para garantizar la igualdad de oportunidades, en otros, con mero efecto estadístico, pero siempre te encuentras rellenando tu casilla.

Inés y yo nos habremos integrado cuando invitemos a casa a cenar a esa pareja de amigos (un chico indio-inglés y una chica blanca-inglesa).