Sunday, October 19, 2008

Últimamente he contado varias veces el chiste de la Gestalt: dos viejos amigos se encuentran y se preguntan qué tal va todo. Uno le dice al otro que está muy mal, muy decaído porque últimamente se caga en la cama y no sabe cómo solucionarlo después de haber intentado todo. Entonces el otro amigo le sugiere ir al psicólogo. Al cabo de un año, se encuentran otra vez y el que recomendó al psicólogo que qué tal le ha ido. El que fue, le dice:
1. Si ha ido a un psicoanalista: que sí, se sigue cagando, pero están investigando en la actitud del padre hacia ir al baño antes de ir a dormir cuando era pequeño y todavía tienen mucho que resolver.
2. Si ha ido a un conductista-conductual: ya no se caga, aunque no sabe bien ni por qué se cagaba en primer lugar ni por qué ha dejado de hacerlo.
3. Si ha ido a un gestáltico: dice: “sí, me sigo cagando, pero ya no me importa”.
El chiste es gracioso, aunque así escrito no lo parezca.
Posiblemente la única forma de vivir en convivencia con uno mismo sea la de aceptar que uno se va a carga en la cama, y estar incómodo en consecuencia, en un montón de ocasiones. Pero que por mucho que uno se ponga remedios y lo intente con toda la energía del mundo, al final volverá a ser lo mismo.

Yo todavía no lo acepto, así que supongo que por eso todavía sigo luchando.