Tuesday, November 11, 2008

Una de las cosas que más me gustó de UPyD es el comentario que hacen lo de ser “progresista”. En España, que tenemos una izquierda 200 veces más despierta que la derecha, las palabras están cargadas de política. Las palabras son etiquetas que te cuelgan de la cabeza. Para saber quién eres, los demás sólo tienen que leer las etiquetas que arrastras.

Esto es como el chiste ese que dice que un tío traza una línea en el suelo y dice: “de quí para allá, hijosputa, y de aquí para allí, gilipollas”. Entonces uno dice: “oye, oye, que yo hijoputa no soy, eh”. Y el que ha trazado la línea le dice: “pues ponte allí, gilipollas, ponte allí”.
La izquierda cogió la tiza, escribió en un lado del suelo: “progresista” y en el otro “conservador”. Y entonces todo el que quiera ser “progresista” tiene que cruzar la línea.

Es lo que se dio en llamar la “superioridad moral de la izquierda”. Hasta que ganó el PP por segunda vez las elecciones generales, ese concepto se lo sabían los taxistas madrileños mejor que todos los afiliados del PP.

Y de repente apareció Rosa.

Que nos dice que eso de los fueros de País Vasco y Navarra es una atrocidad que desiguala a los miembros del país. Que ser anti energía nuclear al tiempo que se la compras a Francia no se sostiene. Que “progresista” es aquel que quiere el progreso (aunque esto también lo dijo Esperanza Aguirre antes) y no ser de izquierdas o derechas.

En un momento en el que el PP quiere ser más “progre” que los progres y el PSOE…, bueno al PSOE le basta en meter a Zapatero en la reunión del G20 aunque sea para servir los vasos de agua, Rosa es la esperanza progresista. La de verdad.