Sunday, November 16, 2008

Hace unos días leí la noticia de un niño conocido como “Bebé P”, que había muerto, a los diecisiete meses, por causa de los malos tratos de su madre, el novio de su madre y un amigo del novio de su madre.
Y ello, pese a tener constantes visitas de los servicios sociales, haber sido consultado por un pediatra en varias ocasiones y la oposición de la policía a que el niño viviera con su madre.

La ineptitud de los servicios sociales fue tal que no detectaron facturas de costillas y espalda del pobre niño. No sólo eso, pese a ver las frecuentes lesiones del niño, pese a verle comer restos de comida del suelo, pese a verle con marcas en el cuerpo, pese a compartir la casa con la serpiente del novio de la madre, seguían intentando motivar a la madre para ser una mejor madre.

Decía un señor llamado Gordon Liddy que “progresista es aquel que siente una gran deuda con el prójimo; una deuda que pretende pagar con tu dinero”. Eso es lo que pasa en Europa occidental: las personas quieren saldar las deudas con el mundo con el dinero/las costillas/el bienestar del que tiene al lado.
El pobre niño “Bebé P”, ha tenido que pagar con su vida el hecho de que los servicios sociales de este país apliquen la teoría de que todo el mundo es bueno y ser merece oportunidades infinitas. Es más, seguro que si esa madre vuelve a tener otro hijo, procederán de las siguiente manera; de hecho, la directora de los servicios sociales es la misma que tampoco sintió que tenía responsabilidad por la muerte de una niña de ocho años hace ahora algún tiempo.

Lo sorprendente no es que mueran niños, sino que no mueran más, teniendo en cuenta que esta panda tiene una deuda impagable con la humanidad y van pagándola con la vida de los demás.
Algunas veces he oído criticar a Reagan y Margaret Thatcher por el exceso de importancia que daban al individualismo. Sin embargo, estas mismas personas son las que defienden conceptos “buenistas” como que las personas se merecen la oportunidad de rectificar sus errores – cómo no, causados por la opresiva sociedad –, como la rehabilitación de los delincuentes y como la decisión en temas de vida y muerte (por ejemplo: aborto, eutanasia).

Reagan y Thatcher al menos creen en el individuo como emprendedor y como persona capaz de salir adelante por sus propios méritos. Los “progres” sólo creen en el individuo para culpar a los demás de su desdicha.

El caso de este pobre niño ha tenido como consecuencia que se monte una investigación sobre lo sucedido. Tan dispuestos a depurar responsabilidades están que el encargado de la investigación hacía un artículo en el Times para decir que los servicios sociales tenían que actuar con más perspicacia. Porque claro, un niño de 17 meses maltratado hasta el punto de tener una espalda rota no se ve si no es con perspicacia, ¿no? Un niño al que han tapado las marcas de las palizas sólo se descubre siendo un detective entrenado, ¿verdad?

Con esa actitud de correr sobre huevos y no romper ninguno lo único que van a conseguir estos hijos de puta es que los que no se mueran sobrevivan a duras penas.